La celebración de este 15 de mayo, Día Internacional de la Familia, se produce en mitad de una de las crisis sociales y de salud más difíciles a las que se ha enfrentado el mundo en nuestra historia reciente. Porque, ¿quién nos iba a decir hace apenas dos meses que durante unas semanas medio mundo estaría confinado en sus casas, que nuestros hijos/as ya no pisarían el colegio durante medio año o que muchos de nuestros sistemas sociales, de seguridad, bienestar y salud se verían comprometidos? Y todo nos ha venido de golpe, como una bofetada a cámara lenta pero inevitable.
Pocas familias han podido librarse de la larga sombra de la pandemia o de sus devastadoras consecuencias personales, educativas, económicas o laborales. Los muertos se cuentan por miles y son millones los puestos de trabajo en el aire o perdidos, por lo que podría parecer que es muy poco lo que tenemos que celebrar en un día tan señalado como éste. Pero, por el contrario, y a pesar de todas las dificultades, es mucho lo que podemos festejar en torno a las familias.
Porque si hay una institución social que ha salido reforzada y que ha demostrado una vez más su fuerza e importancia durante estas semanas, es LA FAMILIA. De nuevo, hemos visto cómo es merecedora de todas las cualidades, atributos y términos que históricamente se le atribuyen. Las familias han sido refugio, consuelo, protección, sustento y hogar para todos los ciudadanos. Estos difíciles y para muchas personas dramáticos días, han hecho que se muestre la esencia de la familia. Millones de madres, padres, hijos, abuelos y nietos… e incluso vecinos, protegiéndose, entreteniéndose y queriéndose, más unidos que nunca, física o telemáticamente.
El largo confinamiento nos ha devuelto parte de la esencia de lo que es una familia, brindándonos la oportunidad de convivir de verdad, sin largas jornadas fuera de casa, compaginadas con colegios, extraescolares y demás compromisos. Porque, ¿cuántas veces más en la vida vamos a poder pasar con nuestros hijos 24 horas al día, durante los siete días a la semana, a lo largo de varias semanas? Y de ahí hemos visto en las redes sociales, medios de comunicación o en los balcones, miles de muestras de cariño, creatividad, ingenio, humor, arte, solidaridad, unidad y generosidad, que han sido una experiencia y fuente de aprendizaje y valores inigualable para padres e hijos.
No obstante, y valorando todo lo bueno y productivo que han tenido y están teniendo estos días para las familias, no podemos olvidar lo complicado y dramático que ha sido para muchas de ellas, por el fallecimiento de un familiar, tener que estar en primera línea trabajando o por ver cómo su negocio o trabajo se ve seriamente comprometido para el presente y futuro. Junto a ello, el hecho de vivir muchas familias en infraviviendas, con varios hijos o alguna persona dependiente o discapacitada, ha hecho que la situación fuese heroica para muchas de ellas.
Y es que todos los aplausos, elogios y reconocimientos que se hagan estos días a las familias son más que merecidos. Pero no podemos quedarnos ahí, mientras se vuelve a descargar en las familias el peso de la recuperación de la crisis en la nos estamos metiendo. Sabemos que solo estamos en el comienzo de lo que se prevé una larga crisis económica y laboral y no puede ser que una vez más sea la institución familiar la que tenga que soportar el peso de la crisis y la falta de liderazgo o capacidad de otras instituciones.
En estos momentos, en los que el mundo lucha por dar respuesta a la crisis del coronavirus, tenemos la oportunidad real de repensar y transformar la forma en que funciona nuestra economía y nuestra sociedad, para dar mayor protección a las familias con hijos y fomentar una sociedad más amigable con ellas. Esta pandemia ha puesto de manifiesto la importancia de invertir en políticas sociales que protejan a las familias e introducir la perspectiva familiar en todas las normativas y leyes. Porque, con los pasos que se den los próximos meses, se puede avanzar en los derechos sociales de las familias con hijos o desandar todos los pasos logrados estos años en materias como la conciliación.
Porque durante estos primeros dos meses, todas las familias han dado un paso al frente y brindado una lección de responsabilidad y ejemplaridad. Pero, a partir de aquí, ¿cómo van a poder conciliar y cumplir con sus obligaciones profesionales si sus hijos no acuden a los colegios durante seis meses, si quizá no haya colonias ni campamentos y no es conveniente que estén con los abuelos o familiares? Desde Gobierno Vasco se han empezado a dar algunos pasos, como duplicar las ayudas para excedencias o reducciones de jornada para el cuidado de hijos o dependientes, pero a todas luces no es suficiente. La mayoría de madres y padres no pueden permitirse económica o laboralmente acogerse a una de estas ayudas, tendrán que volver presencialmente a sus trabajos y miran con angustia estos próximos meses.
Son muchísimos las incertidumbres y frentes abiertos y necesitamos que nuestras instituciones, administraciones y gobernantes estén a la altura. Al menos, a la altura de la actitud ejemplar que han tenido las familias estos dos meses.
Ignacio Mª de Guinea Llop
Presidente de Hirukide