EL CORREO. 22 agosto 21.
Encaje de bolillos. Conciliación laboral y familiar, limites económicos, reparto de tareas… Lo suyo sí que es solucionar un megasudoku cada verano
Planificar unas vacaciones suele ser algo apasionante en pareja que se va complicando cuando llegan los hijos. Hasta el punto de que puede calificarse de toda una hazaña cuando hablamos de una familia numerosa. Así lo confirma la directora de la Federación de Asociaciones de Familias Numerosas de Euskadi Hirukide, Natalia Diez-Caballero, para quien sus asociados se caracterizan por conseguir hacer «auténticos tetris, encaje de bolillos para cuadrarlo todo, que sus hijos disfruten de un verano en condiciones y, a ser posible, incluyendo unas vacaciones que este año nos merecemos todos más que nunca; este es nuestro verano porque la familia ha tenido mucho peso en la pandemia, tanto en el confinamiento como luego, y tanto progenitores como hijos necesitan un desahogo». Aunque conseguirlo no sea tarea nada sencilla para ellos. Por estrecheces económicas, por la dificultad de compaginar la vida laboral y familiar de amas y aitas o, simplemente, por las necesidades de repartirse las tareas del cuidado de los pequeños sin el respiro del colegio. Una encuesta realizada por la propia Hirukide entre las más de 8.300 familias asociadas en el País Vasco lo constata: la mayoría, un 30%, no pueden permitirse un viaje de más de 15 días, y otro 20% apenas de siete. Por el lado contrario, otro 25% logra irse un mes, mientras que un 20% rasca tres semanas. El destino también es mayoritariamente nacional, con un auge creciente de apartamentos y campings para ahorrar costes, porque muchos hoteles están «prohibitivos», si bien
Diez-Caballero reconoce que cada vez más incorporan ofertas especiales para este colectivo como habitaciones interconectadas, o más amplias y con más camas supletorias. Seis familias cuentan en primera persona sus peripecias de este verano.
Familia Cosgaya-Cabrito Bilbao
«No es fácil dormir cinco en una habitación normal»
Desde que nació su hijo mayor hace siete años apenas habían catado las vacaciones. «Solo nos pudimos escapar un poco hace tres años a un apartamento que nos dejaron gratis», confiesa Aislen. Una situación que ya estaban notando los menores que, salvo el pequeño de 21 meses, ya empezaban a protestar por no poder ir a hoteles como hacen sus compañeros de clase. Pero Gorka es empleado en una tienda y ella profesora sustituta. Les prometieron que si su ama lograba trabajar un año completo, tendrían su ansiado viaje. Y, paradojas del covid, este año lo han conseguido. «Me contrataron para reforzar las clases en un instituto de Vitoria». El premio ha sido una
semana en Salou, reserva que hicieron ya en octubre «porque así nos ha salido mucho más barato, ya que estos son lujos que no podemos permitirnos». Los pequeños, asegura, «han alucinado totalmente, aunque no tienen fondo, porque ya quieren repetir». Eso sí, puntualiza que la experiencia no ha sido tan satisfactoria para los mayores, «que no hemos podido descansar mucho… no es fácil dormir cinco en una habitación normal y dudo que volvamos a pasar por una experiencia así en mucho tiempo». De hecho, añade que ya están planteándose el camping y la tienda de campaña «para que las próximas salidas nos salgan más económicas».
Familia Parstorfer-Fernández Santurtzi
«Cada noche nos decimos: ‘Hemos sobrevivido’»
Sus dos pequeños, Adai y Mia, nacieron en pleno confinamiento, y tanto Daniel como Tania tienen muy interiorizado el miedo al contagio. Cada noche se dicen a ellos mismos: «Hemos sobrevivido». Aunque muchas veces no se refieran al virus, sino al día a día. Por el trabajo y las necesidades de los hijos. «Mi pareja trabaja de noche de lunes a jueves y los viernes y sábados hace un par de horitas de repartidor en un local familiar», explica Sandra. Ella, por su parte, tiene un trabajo de varias horas al día, que puede hacer «cuando Daniel ya se ha levantado». Pero a las siete de la tarde él se marcha, y ella vuelve a encargarse de todo hasta que consigue que todos duerman. «La mayor y yo nos quedamos viendo series a la noche y duerme conmigo, dice que esto está siendo lo mejor de este verano», desvela. Porque no han podido hacer ningún viaje. «Cuando podemos hacemos planes familiares todo el día fuera de casa, aunque nuestro principal reto es tener a la mayor contenta», reconoce. Por eso, en cuanto tiene «un ratito libre, aprovecho y me la llevo conmigo a comer, a la pelu, a hacernos las uñas, al cine… voy improvisando planes y ella está feliz». El esfuerzo es grande «pero compensa, este verano he aprendido que los adultos somos los que más nos comemos la cabeza y los niños se conforman con muy poco». Esta semana Daniel coge unos días de vacaciones «y tenemos pensado escaparnos a Sendaviva», un premio final para todos.
Familia Insagurbe-López de Sabando Álava
«Nuestro sueño es ir todos en avión a Canarias»
Tienen tres hijos naturales y uno más de acogida que forma parte de la familia desde hace tres años. Y, a pesar del número, Jesús Mari y Marta han hecho siempre «lo imposible» por darles a los pequeños unas merecidas vacaciones. Intentan que sean de diez días, «aunque este año los hemos reducido a siete por la pandemia». Antes les llegaba para ir de hotel, pero el precio se les ha disparado y han encontrado una solución en los apartamentos turísticos que ofertan las plataformas digitales, «mucho más económicos». Su otra opción sería el camping, pero la han descartado porque ya viven «todo el año en el campo, en Uribarri-Arrazua». Como los hijos son «relativamente» mayores, entre 9 y 19 años, admiten verse un poco más desahogados en el día a día, pero aún así se organizan bien sus propias vacaciones para estar el mayor tiempo posible con ellos, y solo coinciden en esta semana, «que será realmente mágica el año que podamos cumplir nuestro sueño: ir todos en avión a Canarias».
Familia Arteaga-Barcenas Vitoria
«Esta semana nos vamos a Alemania en la autocaravana»
A Ernesto una pieza de gran tamaño le destrozó las costillas hace tres años en el trabajo y con 46 ha tenido que jubilarse. No deberían ser familia numerosa porque solo tienen dos hijos, pero el mayor, de 11 años, tiene una discapacidad, y el pequeño es celíaco. «Necesitan muchos cuidados, estar siempre al tanto». Su mujer, Patricia, trabaja en una tienda de ropa hasta los sábados, así que se suele encargar él. No sobran los ahorros para marcharse de vacaciones pero él ha sabido sacar el máximo rendimiento a una de sus grandes aficiones, la autocaravana. «Los hoteles son prohibitivos, y así nos evitamos muchos problemas con las comidas del pequeño, por ejemplo». Además, les permite viajar por toda Europa «como antes, cuando era joven y aprovechaba cualquier oportunidad para escaparme, desconectar y surfear». Esta semana su mujer se coge unos días de vacaciones, y ya lo tienen todo preparado para lanzarse a la carretera y viajar hasta Alemania en la autocaravana».
Familia Mendizábal-Luque Vitoria
«Dormimos un mes en la misma casa nueve personas»
María es administrativa y Asier fresador. Cuando hace cuatro años nació su primera hija, Alba, se apañaban bien, pero al llegar los mellizos Luka y Erik en 2019, la economía familiar empezó a resentirse seriamente. Y en verano amenaza con estallar solo al pensar en las vacaciones. Por suerte, los dos tienen que coger las suyas en agosto y los padres de ella viven en Almería. Así que todos los años se plantan allí. «Dormimos en la misma casa nueve personas todo un mes, así que nos pasa un poco de todo, pero hay muy buen rollo», sonríe María. Conscientes de las apreturas, han sondeado la posibilidad de irse a un hotel pero, «no hay ajustados a nuestras posibilidades: tendríamos que coger dos habitaciones, pensión completa para cuidar bien la comida de los pequeños y, si queremos estar un mes como ahora, nos vamos a los 6.000 euros». Así que de momento, prefieren seguir durmiendo «juntos pero contentos».
Familia Fernández-Martín Bilbao
«La casa de mis padres en Sopela nos da mucho juego»
Con tres pequeños en casa de entre uno y siete años, las tareas diarias se multiplican. Y más cuando, como en el caso de Sandra, «te vuelves un poco loca» y te sumerges en el mundo del emprendimiento al crear una web dirigida a asesorar a los padres en la educación de sus hijos. Así que ella y David apenas han podido disfrutar de cuatro días de relax en un camping. Sandra reconoce que se ha hecho difícil combinar su nuevo proyecto laboral con los niños todo el tiempo al lado. «La casa de mis padres en Sopela, que tiene jardín, nos ha dado mucho juego este verano; ellos se han podido desfogar y me han dejado más margen a mí para poder trabajar», se felicita.