Ponente de nuestras próximas charlas formativas de otoño, Miriam es Educadora y formadora de educación emocional y crecimiento personal y directora académica de la Fundación UpToYou Educación.
“Podemos conocernos mucho a nosotros mismos y a los demás gracias a nuestras emociones”.
“Si no conocemos las causas que nos han llevado a enfadarnos o a ponernos tan celosos, tampoco podremos aplicar soluciones que realmente atiendan el origen de lo que nos pasaba.
¿Quieres que tus hijos crezcan en confianza o en capacidad de esfuerzo? Revisa cómo los vives tú, cómo los enfocas en tu propia vida.
¿Qué es la educación emocional o afectiva? ¿Son lo mismo?
Seguramente nos vendrá a la cabeza que es un proceso para que las personas crezcan partiendo de sus emociones. Suena bien con emociones como la alegría, la ilusión, la esperanza… Pero, ¿qué ocurre con emociones más desagradables como el enfado, el miedo, la frustración, la envidia o la venganza? Porque esto también lo vivimos todos los días… ¿Qué significa “crecer desde nuestras emociones” cuando estas apuntan a vivencias que a priori queremos evitar? El tema se vuelve más complejo. Y creo que, lejos de rechazarlas, también pueden ser un estupendo camino de crecimiento personal si se saben atender y potenciar adecuadamente.
Entonces, distintos términos como emociones, sentimientos o afectos se diferencian en la investigación en neurociencia, psicología o filosofía, pero a nivel de propuesta educativa se pueden englobar.
¿Realmente podemos educar nuestras emociones o cómo las sentimos?
¡Depende de cómo entendamos qué son! Hoy parece que en temas de crecimiento personal o educación emocional no cuestionamos demasiado muchas expresiones que oímos. A veces una referencia a la neurociencia parece un argumento incuestionable, como si un científico pudiera decirle a un papá, una mamá o un docente qué hacer en su familia o en su clase… Así que primero, parémonos a descubrir qué queremos decir con “educar nuestras emociones”.
Porque tras esta expresión se esconde una más amplia: “educar a la persona desde sus emociones”. No tiene sentido ni mucho recorrido enfocarnos en que mi hijo está enfadado, o que yo estoy enfadada… seguimos encerrados en un bucle del que es difícil salir. Lo que sí puede ayudarnos más es crecer juntos sin rechazar ese enfado, partiendo de él, aprovechándolo como oportunidad de conocer por qué nos enfadamos, qué esperábamos del otro, qué deseábamos, qué pensamos cuando nos dijo “no”, si eso que esperábamos se puede exigir, qué forma nos pedimos las cosas, nos tratamos, nos relacionamos con otras personas, qué experiencias hemos vivido antes… Podemos conocernos mucho a nosotros mismos y a los demás gracias a nuestras emociones. Pero si descartamos algunas de ellas por no gustarnos, tenemos un problema: perdemos la valiosa información que nos podrían dar.
Por tanto, podemos educar a las personas, no a sus emociones. No queremos manipular a nadie para que sienta una emoción deseable… sino dejarle libre de hacer un camino en el que el factor relacional va a ser imprescindible.
Y parece bastante esperable –así lo vemos día a día en nuestro trabajo en la fundación UpToYou- que cuando una persona empieza a conocerse desde sus emociones, a descubrir la enorme complejidad de su vida (lo que siente, lo que hace, lo que piensa, lo que quiere, su historia, su forma de ser, sus ilusiones e intenciones, sus miedos y sus heridas…), entonces empieza a tomar decisiones distintas.
¿Y por qué es tan importante?
¡Todos queremos ser felices! Y eso pasa por acoger nuestra vida real, concreta, la realidad de nuestras relaciones con los demás, en la familia, el trabajo, la amistad… A veces se enfoca la educación emocional como una búsqueda de determinadas emociones o comportamientos, como si el crecimiento consistiera en acercar a la persona a algo que está fuera. ¡Pero la persona ya tiene dentro de sí todo el potencial! Solo hace falta acompañarle para que se sienta querida, escuchada y respetada, y entonces libre para acceder a su interioridad, conocerse, tomar decisiones, equivocarse y rectificar o pedir perdón y volver a intentarlo. ¡Es la vida misma! Por eso empezamos por las emociones, que nos remiten a que “algo pasó”. Pero no para dar vueltas a qué adjetivo identifica lo que siento. No. La ambición es mayor: conocernos y potenciar lo mejor de nosotros mismos gracias a las emociones, nos agraden más o menos, pues todas dicen algo de nuestra forma de pensar y vivir.
Desde UpToYou, ¿qué aportación se hace al concepto originario de la educación emocional?
Diversos modos de entender las emociones y la educación emocional parten de interpretar de formas distintas los procesos que ocurren en el cerebro. Algunas propuestas que actualmente se dan por buenas anclan sus raíces en estudios de la neurociencia de los años 80, que en esa disciplina son los orígenes. Pero la investigación ha avanzado muchísimo y ha dado pie a interpretar los procesos cerebrales de formas diferentes también.
Por eso, una de las grandes aportaciones de la propuesta de UpToYou es que primero estudia distintas disciplinas para después integrarlas. Diferenciamos entre lo que viene de la antropología, de lo que es neurociencia y por tanto datos a interpretar, de lo que es psicología y procesos humanos, de lo que es educación, de qué hacer aquí y ahora con este hijo o este alumno. Esto sitúa a cada persona en su labor y le devuelve toda la autoridad.
Y en segundo lugar, destaco la energía de apostar por una visión integradora de la persona, que no busque solo que tanto jóvenes como adultos seamos operativos y funcionemos en el mundo, es decir, que nos regulemos para ajustarnos a lo que toca o ayuda, sino que trabaja por algo mucho mayor: dar sentido a nuestra vida aunando todos los aspectos (intelectuales, emocionales, deseos, intenciones…) y en todos los ámbitos (familiar, laboral, de ocio…). Para quien quiera, puede profundizar más en el apartado de investigación de nuestra web (https://uptoyoueducacion.com/recursos-de-investigacion/).
¿Y cómo podemos mejorar nuestro autoconocimiento?
Fíjate qué curioso, si nos acercamos a nosotros mismos o a los demás (a los hijos, a los alumnos) con una perspectiva de control, no profundizamos demasiado en el conocer, porque bastante tenemos con reaccionar ante lo que tenemos delante. Parece que existe urgencia por saber qué hacer. Pero si no conocemos las causas que nos han llevado a enfadarnos en un momento, o a ponernos tan celosos, o a actuar de forma desproporcionada en una situación, tampoco podremos aplicar soluciones que realmente atiendan el origen de lo que nos pasaba.
En cambio, en la fundación UpToYou tomamos las emociones como una información que habla de la complejidad de nuestra vida en un momento concreto. Y por eso proponemos acercarnos a ellas no para controlarlas, sino para conocerlas, estudiarlas, analizar qué dicen de nosotros y que ello nos abra a crecer. Y este sí es un conocimiento real de uno mismo, del mundo y de los demás, que prepara a las personas, niñas, jóvenes o adultas, para ser más conscientes de sí mismas, más libres a la hora de actuar y más capaces de relacionarse mejor con otras personas.
Una de mis preguntas favoritas al trabajar con familias y docentes es muy sencilla y muy compleja al mismo tiempo: ¿por qué?
¿Qué herramientas existen para fomentar ese crecimiento personal?
¿Sabes cuál pienso que es la mejor herramienta? Uno mismo. Nuestro mayor tesoro es nuestra interioridad, que nos remite a nuestra vida y a nuestras relaciones. Por tanto, necesitamos devolver a cada persona la confianza de que merece la pena conocerse. Y claro, esto puede parecer algo muy grande, muy difícil, más aún si no se tiene mucha costumbre de profundizar o pensar sobre uno mismo. Así que en la fundación UpToYou ofrecemos herramientas para las personas individualmente de todas las edades, para niños, jóvenes y adultos, adaptadas a cada franja. También adecuamos las herramientas para el ámbito familiar. Y lo que me parece interesante es que las planteamos como un camino muy respetuoso con la persona para ayudarle a conocer sus comportamientos, su día a día… la parte más externa, podríamos decir, para ir ahondando poco a poco y pasando a la acción cuando lo considere. Esto lo hemos aunado en un libro muy especial y práctico que se llama Herramientas para el crecimiento. La verdad es que merece la pena.
Y otra herramienta que trabajamos mucho consiste en rescatar el encuentro con las demás personas: pareja, amistades, familia… Apostamos por compartir nuestros procesos de modo que vayamos viviendo diálogos sinceros, de tú a tú, no para aconsejarnos simplemente, sino para escucharnos y acogernos.
¿Cómo podemos aplicarlo o trasladarlo a nuestros hijos/as?
Primero, viviéndolo nosotros. No vamos a fomentar en nuestros hijos e hijas procesos de crecimiento que antes no hayamos vivido en primera persona. ¿Quieres que tus hijos crezcan en confianza o en capacidad de esfuerzo? Revisa cómo los vives tú, cómo los enfocas en tu propia vida. Porque no solo educamos cuando queremos o con las palabras que les dirigimos, sino que educamos en todo momento, consciente o inconscientemente. Y no es para tener miedo, sino que se nos abre un reto como educadores, que es crecer con nuestros hijos, de la mano, sabiendo que nuestro crecimiento nos beneficiará a nosotros y a ellos.
¿Y puede ayudarles a los/as que tienen baja autoestima o motivación?
Claro. De hecho, aunque a veces situaciones como la baja autoestima o la falta de motivación se ven como “problemas” que queremos resolver, en realidad pueden ser auténticas oportunidades de crecimiento personal y de nuestras relaciones. Es cierto que a nadie nos gusta vivirlas, y cuando aparecen a veces se propone centrarse en el aquí y ahora y eliminarlas para “solucionar el problema” -que solo se alivia y aparecerá más tarde-. Desde UpToYou pensamos que esta vía es “pan para hoy y hambre para mañana”, y que merece la pena ayudar a que la persona conozca los porqués de su situación, de baja autoestima, de desmotivación o de lo que sea para tomar decisiones desde su interioridad, decidiendo al mismo tiempo quién quiere ser, cómo quiere vivir y relacionarse, qué quiere aportar a este mundo. Este enfoque requiere acompañamiento de personas cercanas y más tiempo, pero es que los trucos y recetas rápidas en la persona no funcionan.
En las aulas o colegio, ¿se está trabajando?
Hay muchas formas de apoyar a los niños y jóvenes, de ayudarles a crecer, a sentirse más seguros, a tener más iniciativa, ser más empáticos, escuchar mejor a los demás, que se sientan queridos y apoyados… Pero veo dos retos importantes: uno, pasar de identificar emociones a conocerlas. ¿Para qué quiero saber si siento tristeza o indignación si no sé qué hacer con ellas? Por eso, no nos centremos tanto en dar vocabulario emocional a las personas y atendamos más a su interioridad compleja y rica; y dos, transmitir a los niños y jóvenes, hijos o alumnos, que les queremos, pero no con palabras bonitas, sino con la firmeza de experiencias concretas, que es la firmeza de la relación interpersonal. Estoy contigo, dedicamos tiempo a hablar de qué te pasa, qué me pasa, qué nos pasa y cómo podemos hacer camino juntos. Dedicar tiempo a una persona es la mejor forma de decirle a alguien sin palabras que es valioso para mí.
En otoño impartirás una charla para los Hirugaztes (jóvenes de 15-25 años de Hirukide) y otra para madres y padres. ¿Qué podrán escuchar y aprender?
Con los jóvenes trabajaremos las dificultades que podemos tener en cualquier ámbito y de cualquier tipo, para abordarlas como una oportunidad de conocerse mejor a ellos mismos, de dedicarse un tiempo para ellos diferente, del que saldrán muy contentos, de descubrir todo el potencial que tienen dentro… y de crecer personalmente, en definitiva. Les ayudará y dará criterios para su vida, más allá del momento que estén viviendo.
Y con las familias trabajaremos esta dinámica de problemas y oportunidades que antes comentaba. Para que las situaciones que nos inquietan en el día a día no sean temas de recurrente preocupación, sino que nos preguntemos juntos cómo educar en la rutina para potenciar la autoestima, la motivación y el encuentro interpersonal.
¿Nunca es tarde para empezar? ¿Con nosotros mismos o nuestros hijos/as y adultos/as?
Efectivamente, merece la pena en cualquier momento. Acogiendo nuestra realidad, sin juicios hacia otras personas o hacia nosotros mismos, sino contando con la intención de hacerlo como mejor se sabe y se puede y con herramientas y acompañamiento adecuados. Es para lo que desde la fundación UpToYou ponemos nuestro granito de arena en este mundo.
Muchas gracias Miriam. Quedamos emplazados a noviembre, cuando tendremos tu charla.