Carlos Andreu

Carlos Andreu

Conferenciante, coach, formador académico y escritor

Reconocido conferenciante, coach y formador académico, que decidió hace años dedicar todos sus esfuerzos a enseñarnos que la felicidad no está en el cuándo, sino en el mientras. Fruto de esa trayectoria escribió el libro “Del ataúd a la cometa”, donde invita a recorrer con él los cuatro vértices que necesitamos conocer para descubrir la felicidad.

«Cuando uno está cargado de positividad y entusiasmo, irradia estas energías en la gente que tiene alrededor y esto se nota especialmente en la familia»

Gracias por dedicarnos este ratillo. No hay como visitar su blog para comprobar que tiene una vida bastante ajetreada…

Sí, bastante. Dependiendo del año, puedo llegar a estar cerca de 200 noches fuera de mi casa, de un lugar a otro. Si hubiera un concurso de puntos de Iberia, sin duda estaría en cabeza…

¿Y cómo llevan su mujer y cinco hijos un trabajo como el suyo?

Pues tengo una mujer que es una santa y unos hijos que son formidables. Yo no veo a mis hijos todos los días, pero cuando los veo, los veo mucho. El tipo de trabajo que yo tengo implica que casi todo julio y agosto esté de vacaciones, que precisamente es cuando ellos también lo están, así que estamos las 24 horas juntos. En Navidades y en Semana Santa ocurre exactamente lo mismo. Además, como trabajo “para mí”, tengo la libertad de quedarme en casa los días que son importantes para mi familia, como cumpleaños, aniversarios, fiestas de fin de curso, etc. Yo creo que la vida familiar es una cuestión de presencia real. Hay gente que puede estar en casa, pero como si no estuviera. Lo importante es que cuando estés, estés al cien por cien.

Nuestro próximo congreso queremos centrarlo en el coaching, pero orientado a la familia. ¿Consideras posible trasladar las técnicas y estrategias del entrenamiento de directivos y profesionales al ámbito familiar?

Yo digo que no sólo es posible, sino que además es necesario. Dos de las cosas más importantes que la gente tiene en la vida son la familia y el trabajo. Al trabajo le dedicamos muchas horas de formación, aprendizaje, esfuerzo, coaching, desarrollo… y deberíamos dedicarle eso mismo a la familia. Si queremos cuidar la familia tenemos que aprender cosas sobre la educación y el desarrollo de los hijos e hijas, sobre la afectividad con nuestra pareja…

Conceptos como liderazgo, motivación, compromiso o felicidad suenan muy bien trasladados a la familia, ¿no?

Por supuesto. La gente que triunfa en la vida es aquella que tiene un porqué importante que le arrastra a actuar. Uno de los porqués más importantes que hay es la familia, con lo cual tener una familia nos va a ayudar a que todos nuestros objetivos estén centrados en ella. Sacar adelante una familia, hacer a los hijos y a la mujer más felices, nos va a llenar de motivación y nos va a hacer más felices.

Si todas las madres y padres cultivásemos estas actitudes de liderazgo y compromiso con nuestros hijos, ¿se evitarían muchos problemas y malos ratos?

Claro. Lo que pasa es que utilizamos estas herramientas solamente en el área profesional y olvidamos que tenemos la capacidad de trasladarlo al ámbito familiar. No tenemos un cerebro para el trabajo y otro en casa, así que todas las cosas que nos ocurren en el trabajo las trasladamos a casa y viceversa. Tanto lo bueno como lo malo que nos pasa en un ámbito nos influye en el otro. Lo que debemos intentar es que esa traslación de cosas negativas suceda también con las positivas, como todas estas técnicas y actitudes de las que hablamos.

Al igual que para ser un buen directivo hay que ser un buen compañero, ¿es cierto que para ser un buen padre o madre hay que empezar por ser un buen esposo?

Es más, no es sólo que haya que ser un buen compañero. Yo estoy a favor de recuperar el concepto de persona en la acepción más clásica de la palabra, que implica ser compañero, ayudar a lo demás, etc. Ser persona trasladado al mundo de la empresa nos convierte en unos buenos directivos y trasladado a la vida personal nos convierte tanto en un buen esposo o esposa, como en un buen padre de familia. Como mejor podemos trasladar a los demás este concepto es con el ejemplo. Cuando nuestros hijos ven que uno es desprendido, generoso, cariñoso y amable con su esposa o esposo, sin duda les influye y van a buscar buenas relaciones, tanto con sus hermanos como en su vida.

En alguna ocasión ha comparado el amor con las labores del campo…

Tanto el amor matrimonial como el familiar requieren mucho esfuerzo de sembrar, abonar, ser paciente… Para tener una cosecha fantástica primero hay que preparar la tierra, del mismo modo que para tener un amor verdadero y duradero hay que trabajarlo desde el principio. El amor perdido es el de quien se rinde.. Muchas veces llevamos tanto tiempo trabajando “la tierra” que pensamos que ya no va a surgir nada, y es justo entonces cuando empieza a brotar el fruto.

¿Hasta qué punto nuestra actitud ante la vida puede influir en nuestra pareja y nuestros hijos?

La capacidad que tenemos de vivir de forma más positiva nuestro día a día va a irradiar en los demás ese positivismo. Tanto las emociones negativas como las positivas se contagian. Cuando uno está cargado de positividad y entusiasmo, irradia estas energías en la gente que tiene alrededor, haciendo que se sientan igual de bien y esto se nota especialmente en la familia.

La persona feliz, ¿nace o se hace?

Nadie nace nada. Por ejemplo, nadie nace siendo Nadal, pero si a un niño le llevan a entrenar a tenis 8 horas al día desde pequeño, no será Nadal, pero será de los mejores del mundo. Nadie nace feliz, como nadie nace ingeniero o astronauta. Es un proceso que hay que ir trabajando.

Como suele decir, tenemos que encontrar la forma de mirar la felicidad en cada una de las esquinas de la vida.

Exactamente. Solemos pensar que la felicidad está en un “cuando”: cuando terminemos la carrera, cuando nos casemos, cuando vayamos a Nueva York… Y cuando conseguimos estas cosas, vemos que no es para tanto. En cambio, debemos ver la felicidad que está en el “mientras” muchas veces pasamos momentos felices de los que no somos conscientes. Por ejemplo, lo chulo de las vacaciones está cuando las preparas, buscas hoteles… y también hay que disfrutar de eso. Hay veces que el viaje no resulta todo lo bueno que esperábamos, pero el tiempo de preparación sí lo hemos disfrutado y en momentos como ésos está la felicidad.

Pero con este panorama económico y laboral, hay muchas familias que no encuentran excesivos motivos para la felicidad.

Es difícil, pero hay que intentar ver el lado positivo de la crisis. Hay gente que gracias a esto ahora ha descubierto el valor de la generosidad. Hay familias anónimas ayudando a otras a llegar a fin de mes, con alimentos, con becas, etc. Los malos momentos, como los buenos, pasarán y tenemos que tener la esperanza de que esto dará la vuelta. Lo importante en cualquier circunstancia es aprender de las cosas buenas que nos da la vida: el apoyo de un amigo, una sonrisa de nuestro hijo, un buen rato paseando… Dentro de la crisis sería aún más duro estar solo, pero en una familia numerosa siempre estás acompañado…

En estos casos, ¿también hay que hablar de mentalidad ganadora o liderazgo?

Esas cualidades de entusiasmo, de lucha, de motivación, etc. es cuando más deben aflorar. Sobre todo los padres y madres deben servir de ejemplo a los hijos con su capacidad de lucha y de esfuerzo para sacar a la familia adelante.

Hace poco ha publicado el libro ‘Del ataúd a la cometa’. ¿A quién va orientado y qué podemos encontrar en él?

Va orientado a cualquier persona, no sólo a directivos. Sirve para cualquiera que esté interesado en encontrar la felicidad en esas pequeñas esquinas de la vida. Está relacionado con la capacidad de esforzarnos y sacrificarnos por algo importante, como puede ser la lucha por sacar una familia adelante.

Y hablando del colectivo en general de familias numerosas, en muchas ocasiones en la sociedad nos recriminan que reclamemos nuestros derechos y reivindicaciones…  ¿qué consejo nos daría?

Yo también soy familia numerosa, con lo cual me uno a la reivindicación. Las familias numerosas somos personas con una gran capacidad de transformar la sociedad. Incluso desde un punto de vista egoísta, sin familias numerosas, ¿quién iba a pagar las pensiones de los próximos años? Por lo tanto, tenemos nuestro derecho a reclamar que la familia numerosa se respete como una entidad de progreso y de desarrollo de la sociedad. En estos días vemos que todas las instituciones que parecían importantes, como parlamentos, políticos, etc. se resquebrajan, hay corrupción por todas partes y la gente no los respeta. La única entidad que sigue a flote y en la que encontramos educación, apoyo, etc. es en la familia. Por lo tanto, es una entidad a proteger y tenemos la obligación de hacerlo. Tenemos que luchar por conseguir que nuestros hijos encuentren un mundo mejor, que se entienda que la familia es una de las instituciones básicas de nuestra manera de vivir. Si podemos dejar la institución familiar más asentada de lo que nos la encontramos al nacer, no sólo nos lo agradecerán nuestros hijos, sino la sociedad entera.

Hirukide-970