Manuel Viota: «Encuentro muchas razones para que los niños no vayan al colegio con los móviles»

Manuel Viota: «Encuentro muchas razones para que los niños no vayan al colegio con los móviles»

Fuente: EL DIARIO VASCO.

EL DIARIO VASCO. Manuel Viota, Jefe de la Sección de Delitos Informáticos de la Ertzaintza, cree que si los adolescentes fuesen a los centros escolares sin sus móviles «evitaría que se grabaran en los vestuarios, los acosos y también las distracciones». Viota ofreció ayer una conferencia en Donostia invitado por Hirukide, la Federación de Asociaciones de Familias Numerosas de Euskadi.

– ¿Tiene hijos?

– Tengo una hija de 24 años que está ya fuera del control paterno.

– ¿Cómo le orientó en el uso de los dispositivos informáticos?

– Le dije lo que no tenía que hacer: que no subiera fotografías a internet, que cuidara su privacidad y no se adentrara en determinados espacio de la red. Para mí en este sentido fue muy fácil. Que yo sepa no se ha metido nunca en ningún lío. Ella gozo de libertad absoluta, pero jamas le miré el ordenador ni espié lo que hacía.

– Hoy en día no hay chaval que no tenga un móvil. Lo manejan desde edades muy tempranas. ¿Cree que es una herramienta imprescindible?

– Es un sistema de comunicación. El problema es determinar a qué edad se les hace entrega, porque no solo le estamos dando un móvil. Ponemos en sus manos un ordenador con mayores capacidades que los portátiles que tienen en casa, que les permiten una comunicación por internet las veinticuatro horas del día y desde cualquier lugar. La ventana de riesgo es grande, pero también es cierto que las ventajas son increíbles. Si les sucede cualquier cosa, pueden avisar a sus padres de forma inmediata. Además, les permiten tener una relación fluida con muchas personas de su alrededor, contar con accesos a información, a las redes sociales… En suma, tienen muchas ventajas pero ahí están también las desventajas.

– Hoy en día, además, quien no posee un móvil es como si se quedara aislado.

– Son poco menos que los discriminados. Se les crea una brecha tecnológica respecto a sus iguales y puede resultar problemático. Lo que han de hacer los padres es hablar entre ellos y pactar pautas o dejarse asesorar por expertos, por psicólogos, porque a mí se me escapa si un niño de ochos años tiene que tener un móvil o ha de tenerlo a los 10 o 12.

– En algunos centros educativos les obligan a depositar los móviles en la entrada.

– Encuentro muchas razones para que los niños no tengan móviles en los colegios. Evitaría que se grabaran en los vestuarios, situaciones de acoso, distracciones… No obstante, hay colegios que prohiben el móvil pero proporcionan a sus alumnos tablets con conexión a internet. Es una contradicción, ya que desde estos dispositivos pueden hacer lo mismo que desde los teléfonos.

– ¿La informática se ha convertido en una herramienta para delinquir?

– Como todas las cosas que se han inventado. El martillo se creó con otro objetivo pero se usa para abrir cajas fuertes, agredir a alguien… El delincuente va a utilizar todo lo que le puede ser útil. Y en este sentido la informática es un elemento increíblemente bueno. Permite que víctima y delincuente no estén en el mismo lugar y posibilita llegar a muchísima gente. Hace unos cuantos años era poco probable que una estafa pudiera llegar a más de cuatro personas. Ahora, lanzas un documento digital y afecta a millones.

¿Cuáles son las prácticas ilícitas más habituales cometidas por los menores mediante sistemas informáticos?

– En 2017 hemos tenido veintidós imputados por ilícitos informáticos. De ellos, cinco fueron por estafa y otros tantos por delitos contra la libertad sexual relacionados con el acoso. Y hemos tenido 134 víctimas que, al igual que el número de investigados, me parece muy bajo. Esto nos induce a pensar que muchos delitos que transcurren por internet no se denuncian. Se silencian o se olvidan.

«La Policía, en general, está infradotada para combatir los delitos informáticos»

«Nunca espié el ordenador de mi hija; soy más partidario de fomentar la confianza»

– Hay quienes afirman que algunas de estas prácticas son ‘chiquilladas’.

– Muchas veces creemos que son tonterías, pero en realidad las consecuencias pueden llegar a ser gravísimas. El tema del ciberbullying es uno de ellos y es muy serio. Lo que en un determinado momento puede interpretarse como una broma, puede derivar en algunos casos en hasta en suicidios. Y solo un caso es demasiado. Lo que hay que hacer estos casos es hablar. La denuncia tampoco es imprescindible. Si a mi hijo le están acosando, yo hablo con el padre del autor y llego a un acuerdo: que le pida perdón y repare el daño. Si esto no sirve acudo al colegio y si aún continúa, ahí están la Ertzaintza y la Fiscalía de Menores.

– ¿Cuál es la actividad ilícita que más le preocupa?

– Como padre de una que fue niña, lo que más preocupaba era el acoso, el ciberbullying y los delitos del ámbito de la libertad sexual, tanto a través de la red como físicamente. Son los que más marcan. Fastidia que te estafen una cantidad de dinero, pero seguro que hay posibilidad de que la víctima se pueda sobreponer. Pero un caso de bullying o una agresión sexual marcan de por vida, sobre todo a los menores que no cuentan con los mecanismos psicológicos suficientes como para enfrentarse a situaciones tan graves.

-¿Y como policía?

– Pues los mismos. Si como padre me preocupa lo que acabo de comentar, al resto de los ciudadanos les sucederá lo mismo. Y yo estoy para defender a la sociedad. Cuando estamos inmersos en una investigación por una estafa y nos entra un acoso a un menor o una agresión, dejamos la estafa por un tiempo y nos centramos en lo último. Es fundamental que paralicemos el daño causado al menor cuanto antes.

– ¿Cuál es el papel que deben desempeñar los padres en el control de estas actividades?

– Lo que han de hacer es acompañar a sus hijos en el crecimiento en internet. Muchos se excusan diciendo que no dominan el sistema, pero basta con que les transmitan mensajes como que no visiten ciertas páginas y no se expongan públicamente en determinados foros ni faciliten sus identidades. A nadie de nuestra generación se le ocurría facilitar nuestros nombres a desconocidos. Lo que hay que hacer, y no es fácil, es alcanzar una confianza para que el día en el que algo les suceda sean capaces de hablar con nosotros. ¿Con ello vamos a impedir que nuestros hijos sean víctimas? Si alguien quiere hacerles daño, seguro que lo consigue, pero si llegamos a tener ese grado de confianza, el daño se detectará antes.

– ¿Y eso de revisarles el ordenador?

– Yo no le hecho nunca. Si un día le estoy espiando a mi hija y me sorprende, igual la he liado. Además, ellos tienen también sus derechos. Siempre he sido partidario de fomentar la confianza y si esta se da, cuando les suceda algo, nos lo contarán.

– ¿Qué opinión tiene de las redes sociales?

– Considero que es una herramienta de comunicación imprescindible que nos ofrece un gran volumen de información y permite establecer vínculos muy interesantes. Pero tiene su lado negativo: sobreexponemos nuestra intimidad a millones de extraños. Lo importante es saber galvanizar la información que vas ofreciendo. En ese sentido, tenemos ejemplos claros de personas que actualmente ocupan puestos destacados y que, de pronto, se ven inmersos en una polémica porque alguien hace público un tuit que envío hace cinco años con un chiste o un comentario que entonces no estaba excesivamente mal visto y que ahora, con una sensibilidad diferente, es motivo de repudio.

– ¿La Policía cuenta con medios suficientes para combatir a los ciberdelincuentes?

– Creo que la Policía, en general, está infradotada para combatir los delitos informáticos. Tenemos que empezar a crecer y aumentar las estructuras. Y lo que es muy importante es disponer de herramientas jurídicas y administrativas. No puede ser que para realizar una petición a otro país se necesite una comisión rogatoria que tarda un año.Mientras los delincuentes se mueven con SMS y WhatsApp, todavía nosotros nos vemos obligados a escribir en papel para trasladar nuestras peticiones. Sería imprescindible la existencia de una legislación a nivel mundial. Temas que podemos solucionar en una mañana con dos emails o por teléfono tardamos uno o dos años.

– ¿En qué está centrando ahora los esfuerzos la unidad que usted dirige?

– Tenemos muchos frentes abiertos, entre ellos uno de agresiones sexuales y distribución de pornografía infantil, otro contra la administración de justicia, varias estafas… Trabajo no nos falta.