Entrevista a Pilar Belzunce. Pocos conocen su faceta familiar a pesar de que brilla con luz propia. Pilar Belzunce es madre de 8 hijos y, por ello, Hirukide a querido homenajear su espíritu maternal, dedicándole el premio «Familia Numerosa» en el II Congreso Vasco de Familias Numerosas el próximo octubre. La reconocerán por ser la mujer de Eduardo Chillida, por haber acompañado a este magnifico escultor en actos públicos y haberle aconsejado y apoyado en privado.
«Yo nunca he sido otra cosa que yo»
«He tenido una vida muy intensa»
Enhorabuena por el galardón. ¿Cómo ha recibido este reconocimiento a su papel como madre de familia numerosa?
Primero, me ha causado una gran sorpresa. Después, el hecho de ser madre de familia numerosa no creo que me haga una persona fuera de lo normal. No sé, yo me he criado con muchos hermanos, hemos sido felicísimos y veo que la vida entre muchos hermanos es incluso mejor que la que pueda haber con dos hermanos. Entre dos siempre hay rencillas: “le haces más caso a éste que a mi…” En mi familia no había eso porque al ser tantos, pues todos igual. Me parece muy sano y muy bonito.
¿De qué cree que depende tener una familia numerosa? ¿qué inquietudes les empujaron a tener 8 hijos?
En mi caso fue muy sencillo: estaba entusiasmada con ellos. Cada niño que tenía me parecía más guapo que el anterior. Han sido todos sanísimos, estupendos,…. Eduardo sólo había tenido dos hermanos, todos chicos. Y claro, el no había conocido todo este lío que teníamos nosotros… pero le parecía precioso. Y a mi también. No encuentro cosa más bonita que tener un hijo y amamantarlo tu misma.
¿Nos podría describir un día en casa de los Chillida, cuando sus hijos eran pequeños? ¿y ahora, con sus nietos?
Nosotros vinimos a vivir a Hernani. Una tía de Eduardo tenía una villa muy grande y nos la dejó. Solamente nos puso una condición, que era mantener a la guardesa y a su hija. Menos mal, porque la mujer sabía cocinar, cosa que yo… Una vez intenté hacer un huevo frito y nunca más he tratado de hacerlo. Ahora cuando nos juntamos todos, mis ocho hijos con los nietos en navidades por ejemplo, eso es tremendo. Imagínate ocho hijos por casi cuatro nietos que me ha dado cada uno… Yo disfruto con todos, pero con el chiquitito… es por demás. Luego ya se van haciendo grandes.
¿Cómo compaginaba la carga familiar con el trabajo de su marido?
Pues estupendamente. Sobre todo porque los primeros años, como ya he dicho, la tía de Eduardo nos dejó su casa y no tuvimos que pagar nada. Era gracioso ver cómo abría los ojos todo el mundo cuando venían a casa y veían tantos niños. En el mundo artístico chocaba que Eduardo y yo tuviésemos ocho hijos, pero eso no impedía que yo acompañara a Eduardo cuando tenía que viajar a París o a otro sitio.
¿Cómo cree que ha influido su familia en la obra de su marido?
Sin duda ha influido. Desde nuestra relación que empezó siendo niños, porque yo a Eduardo lo conocí con 13 años, hasta el hecho de ser familia numerosa ha hecho que todos veamos la vida y la valoremos de una forma diferente y claro, eso también repercutió en el trabajo de Eduardo. El nuestro ha sido un amor largísimo, eterno y eso que no nos casamos hasta que tuvimos 25 y 27 años. Antes hasta que no tenias una manera de vivir no te casabas y claro, nuestras familias al final ya se convencieron de que con Eduardo no íbamos a tener eso nunca… je je! Cuando dejó la carrera de arquitectura y nos dijo que quería ser escultor mis padres me preguntaba si había echo algo, si no conseguía aprobar… Nos sorprendió a todos. Nunca le habíamos visto hacer una escultura ni nada parecido pero el tenía claro qué era lo que le gustaba… Se lanzó y yo le seguí, aunque con mucho miedo. Se fue a Madrid y luego a París… con la primera obra vino el éxito y el reconocimiento pero los comienzos no fueron fáciles.
¿Cómo es el presente de Pilar Belzunce?
Tristísimo. ¡ Ja ja…, no! Eso no lo puedo decir delante de mis hijos porque me dicen: ¿ama, cómo puedes decir eso? Me llaman todos los días para que vaya a cenar, a comer, no me dejan que esté sola. Pero claro para mi Eduardo era mi vida entera, lo conocí con trece años y como suelo decir, nos hemos hecho juntos. Ni Eduardo iba a ser escultor, yo iba a ser una niña mona… y mira lo que hicimos juntos.
En Chillida-Leku está volcada toda la familia. Sin duda, el legado de Eduardo la ha unido como una piña. ¿Es la mejor obra que ha dejado su marido?
No sé si la mejor obra pero sin duda muy importante. Toda nuestra vida hemos sido muy coherentes, nos hemos compenetrado perfectamente. A nuestros hijos los hemos querido de verdad, hemos mirado por ellos en todo momento. Si querían estudiar que estudiasen, si no pues otra cosa… Fíjese, han salido pintores, escultores, otro es piloto de coches… Siempre les hemos dicho que hicieran lo que quisiesen, pero de verdad.
¿Ha probado alguna vez a moldear una escultura? ¿le pedía Eduardo opinión sobre sus obras?
No, pero a Eduardo le encantaba que yo estuviera con él. Se dejaba asesorar y aunque no me pidiera opinión directamente, por la cara que yo ponía ya sabía si me gustaba o no. El solía decir: yo soy un solitario , un solitario con Pili. Hemos estado muy enamorados. Eduardo tenía el taller en la misma casa y siempre estábamos todo, los niños y yo, por ahí. Además yo tenía que estar siempre con él porque Eduardo en el mundo real no vivía, nunca se compró nada, los asuntos prácticos eran cosa mía.
¿Cómo cree que están consideradas las familias numerosas?
A mi siempre me ha traído sin cuidado lo que opinen. Me daba lo mismo que dijeran que era una mujer estupenda o un desastre. No me ha importado jamás nada lo que los demás pensaran de mí. Lo único que me ha importado es lo que yo pienso de mí y en ese sentido tanto Eduardo como yo siempre fuimos muy coherentes. A mis hijos siempre les he dado un consejo: vergüenza sólo hay que tener para una cosa, para hacer un acto feo. Yo nunca he sido otra cosa que yo.
Desde su experiencia, ¿qué consejo daría a los padres jóvenes que quieran formar una familia numerosa?
Pues para empezar, ¡que son bastante locos! Ja ja…Hoy en día es algo muy difícil y eso que ahora se les dan ayudas, cosa que antes no existía. Pero una familia grande no deja de ser algo complicado. Tienes que tener mucho amor, para que tus hijos crezcan bien físicamente por supuesto, pero también espiritualmente. Que aprendan a darle a las cosas el valor que tienen. El dinero no lo es todo, porque nosotros al principio no teníamos ni cinco y no me importaba nada.
Con una vida tan plena, ¿le queda algún sueño por alcanzar?
Pues no, con mi marido, con mis hijos, con mis nietos… creo que he conseguido todo lo que podía desear. Sólo me queda irme al cielo, ja ja. Y encontrarme con él. Yo no sé vivir si Eduardo y qué decir de él: era una autentica nulidad. Eduardo sin mí no sé que hubiera hecho. He tenido una vida muy intensa.