Sin ser uno de los ciclistas más reconocidos o laureados del pelotón internacional, sí es uno de los más queridos y apreciados dentro y fuera de las carreteras. Su talento para buscar siempre el lado positivo y animar al líder y al resto de compañeros, junto a su capacidad de entrega y sacrificio, le han hecho un componente imprescindible para su equipo, hasta seguir a los 38 años dentro del mundo profesional. Pero, para Markel, su familia ciclista es su segunda familia. La primera es la que formo junto a Alaitz, con la que ha tenido a sus tres hijos, Xabat, Aimar y Unai.
Siempre les digo que son el motor de nuestras vidas y no cambiaría para nada; de cambiar algo sería para tener más hijos, no para menos.
Cuando vuelvo a casa de las carreras, como me dice mi entrenador, yo no tengo una casa, yo tengo un hogar.
El carnet de Hirukide es el más importante; más que la American Express, la VISA y demás tarjetas.
Ahora los gobernantes están muy preocupados con las pensiones y se oye hablar mucho de ellas, pero qué mejor manera de garantizarlas, que incentivar y ayudar a las familias a tener hijos.
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¿Ya a tope con la pretemporada?
Sí, ahora estoy de concentración con el equipo en Sicilia y luego volvemos otra vez en enero a Mallorca para preparar la temporada, que empieza en febrero.
¿Y viendo ya el final de tu carrera cerca?
Este febrero voy a cumplir 39 años y hay que ir pensando ya en cuándo y cómo acabar… Más o menos lo tengo decidido y hablado con el equipo, cuando llegue el momento lo haré público.
Bueno, esperemos que no sea premonitorio esto de que cada vez que entrevistemos a un deportista, se retire al cabo de unos meses…
Sí, ja,ja… La verdad es que no sería raro, porque para poder tener tres hijos o más, el deportista generalmente ya es algo “viejo”, porque lo normal es que si los primeros años te has centrado a tope en hacerte un hueco, para cuando los tienes, tu edad ya puede ser algo avanzada.
¿Y en el pelotón, hay más padres de familia numerosa?
Sí, aunque no es lo más normal y suelen ser algo mayores también. Valverde tiene cuatro, mi ex-compañero Jens Voigt tiene seis, en mi equipo Bauke Mollema acaba de tener el tercero y habrá alguno más, pero pocos. Al final nosotros viajamos mucho y la madre tiene que hacer casi de madre soltera durante más de 100 días y no es fácil. Si estando los dos ya en casa es complicado sacar tres niños o niñas adelante, pues teniendo al aita tanto tiempo fuera, es aún más complicado.
¿Y siendo así, cómo os animasteis vosotros a formar una familia numerosa?
Nosotros lo teníamos súper claro desde el principio que queríamos tener tres o más. Alaitz y yo somos hijos únicos y cuando nos conocimos, me acuerdo que lo hablamos cenando y teníamos casi una obsesión por formar una familia numerosa.
Además, con 22 años me detectaron un cáncer testicular y cuando empezaron con el proceso de quimioterapia, vinieron los fantasmas o miedos a no poder tener luego hijos… Si ya antes tenía ganas de tener hijos, eso ya lo multiplicó por diez.
Pero no parece que hubiera ninguna complicación después…
No. Tuvimos la suerte de que nuestro primer hijo, Xamat, vino pronto, cuando teníamos los dos 26 años. Con 30 años tuvimos a Aimar y la guinda del pastel es Unai, el tercero, que nació cuando teníamos 32 años y muchísimas veces comento que qué bueno que nos animamos a tener el tercero. Y porque ya tiene el pequeño 6 años y el mayor 12, pero ya le he dicho a Alaitz algunas veces que si hubiera sabido seguro que venía una neska…, me hubiera animado a por la cuarta. Esa penita sí me queda, porque si hubiera venido una cuarta, para nosotros no hubiera sido un disgusto o susto, sino un regalo o alegría, como han sido cada uno de los tres que hemos tenido.
Y es que yo echaba en falta esto cuando era niño. Siempre tuve envidia de mis amigos que tenían hermanos y lo deseaba de verdad con muchas ganas. Y mi mujer también lo deseaba y tener estos tres hijos es sin duda la mejor cosa que he hecho. Yo valoro mucho el tener hijos y los echo mucho en falta cuando estoy fuera. Siempre les digo que son el motor de nuestras vidas y no cambiaría para nada; de cambiar algo sería para tener más hijos, no para menos.
¿Y lo sois, como se suele decir… “porque vosotros podéis”?
Bueno, es verdad que al ser deportista, económicamente no ha sido eso un hándicap y no hemos tenido que plantearnos si podíamos hacer frente a tener un tercer hijo o hija. Afortunadamente las cosas han ido bien y teníamos una casa y un coche donde entrábamos los cinco y Alaitz se ha podido coger excedencias para estar con ellos cuando eran pequeños.
Está claro que el dinero ayuda, pero también conozco a mucha gente que se puede permitir tener un segundo o tercer hijo o hija y sus preferencias son otras. La nuestra estaba clara. No somos mucho de salir y nos gusta una vida más familiar y más hogareña y al ser yo deportista te obliga también a cuidarte y llevar una vida más ordenada.
Yo siempre he dicho que mis hijos y mi mujer son mi equipo y son con los que más voy a disfrutar en la vida. Al final, cuando vuelvo a casa de las carreras, como me dice mi entrenador, yo no tengo una casa, yo tengo un hogar. Y ese hogar lo hacen los niños; que si no fuera así, también lo tendría con mi mujer, pero sin hijos no sería lo mismo.
En varios momentos, la vida ha parecido que te daba la espalda, pero tú has salido adelante con más impulso si cabe. ¿De dónde has sacado la fuerza?
Bueno, genéticamente me parezco mucho a mi padre y mi padre era también como soy yo y mis hijos han heredado también un poquito ese carácter, que creo que también puede ser educacional. En casa me han inculcado unos valores de sacrificio, de trabajo, de intentar tirar para adelante. Luego, las circunstancias de la vida, perdí al aita cuando yo tenía 18 años, luego tuve cáncer… creo que todo esto me ha hecho valorar las cosas desde otra perspectiva.
Además, Alaitz es también muy optimista y de tirar para adelante y, mientras yo soy más nervioso o impulsivo, ella es más tranquila y tenemos un buen equilibrio. La vida a los dos nos ha puesto a prueba y aunque en estos primeros años nos ha sacudido bastante, los últimos años nos está yendo muy bien y después de lo que hemos pasado, somos más conscientes. Y casi todos los días doy gracias a la vida, por la suerte que he tenido.
¿Y cómo se lo trasladas a los hijos?
Yo tengo la mentalidad y les intento inculcar a los críos, de que hacer el mal y hacer el bien cuesta lo mismo, que el ser maleducado y el ser amable cuesta lo mismo… Luego puedes tener días cruzados, pero esta es una forma de vivir la vida. En casa, en la cocina les tengo puesto tres normas básicas; la primera es que en nuestra casa no se admiten faltas de respeto o riñas entre hermanos, aunque luego pueda haberlas; la segunda, que los dos valores más importantes de una persona son la educación y el respeto; y la tercera y más importante, que la familia y los amigos son un tesoro y hay que cuidarlos.
Yo creo que estas tres premisas son unos buenos cimientos para crear una familia y para educarlos. E intento enseñarles eso, que se sacrifiquen y que tengan una actitud positiva con lo que venga, que no se quejen y tiren para adelante.
Y a veces la vida nos da lecciones y reafirma en esta forma positiva de actuar… ¿Cómo surgió tu relación con Lance Armstrong?
Sí, la verdad es que muchas veces la vida o el destino, es caprichoso. En mi caso, yo le escribí con 16 años una carta a Lance cuando él tuvo el cáncer de testículo y él me respondió. Luego, cuando al cabo de los años yo estuve con cáncer él me mandó una carta de su puño y letra esas navidades. Luego yo debuté en profesionales y él dejó ya la bici. En 2009 él decidió volver y montó un equipo y me llamó para formar parte de él y nuestras vidas o destinos se volvieron a cruzar y él me dio la oportunidad de dar el paso a un equipo internacional, que es en el que sigo actualmente y la verdad es que estoy súper agradecido.
Al final, la vida nos ha puesto a prueba a mí, a mi mujer, a mi familia y hemos podido salir de esos baches y estamos disfrutando de haber luchado. Lo único que me apena de mi vida es el no poder recuperar a mi aita y al de Alaitz, para que pudiesen disfrutar de nosotros, de nuestros hijos, de cómo nos han ido las cosas. Eso es lo único que hubiese cambiado de este guión de nuestra vida.
En el pelotón internacional pasan cientos de corredores a lo largo de los años… cuando tú cuelgues la bicicleta, ¿Cómo quieres que se te recuerde?
A mí me gustaría que me recordaran como una persona que siempre ha estado dispuesta a echar una mano a quien le ha hecho falta; que siempre allí donde ha ido ha intentado hacer el bien, ayudar, ser alegre y dejar un poso positivo. Siempre comento que allí donde voy y digo que soy el hijo de mi aita, se me han abierto las puertas y me han dicho que mi padre era un hombre súper bueno. Me gustaría que por donde pasaran mis hijos y digan que son los hijos de Markel Irizar, que la gente les tratara con cariño y les digan que su padre era un hombre legal, que se portó bien…
Y eso me marca mucho e intento ser agradecido y me gustaría que en el ciclismo la gente me recuerde con ese cariño, como una persona alegre, para mí sería muy positivo. Mis hijos ahora que van siendo mayores y practican ciclismo y si algún día tuvieran la suerte de ser ciclistas, pues me gustaría que si se cruzaran con gente que me ha conocido o ha compartido pelotón o equipo, que les dijese que su aita siempre estaba alegre o nunca se quejaba…, yo creo que eso sería una buena herencia o legado que les podría dejar.
¿Qué son para ti tus hijos?
Buf…, para mí son el motor de mi vida. Yo creo que todos los días, todos los días desde que han nacido, les digo que les quiero mucho. Todas las noches les digo que son el motor de nuestra vida. Y hay uno de los tres que le gusta que le diga estas cosas al oído y está tranquilo y me escucha y siempre le digo que cuando yo soñaba con ser aita, siempre soñaba con tener los hijos que ahora tengo y que es un placer ser el aita de ellos.
Yo tengo la teoría de que cada niño, cada persona tenemos una mochila o hucha y cuando le haces una caricia o le dices que es súper importante o que es muy especial, creo que es como que le metes una monedita a la hucha. Quiero pensar que, no sé cuándo, en algún momento cuando se emancipen o estén estudiando fuera y tengan un momento difícil en su vida, pues abrirán esa hucha y verán lo que el aita y la ama les han metido. Espero que ellos vean que su hucha está llena de cariño y de buenas intenciones y que eso sea el arraigo que tengan hacia nosotros, hacia la familia, los padres, sus hermanos, su pueblo, su cultura, su lengua… Yo creo que cada vez que les das un beso o una caricia, les vas reforzando ese carácter, esos valores y creo que es muy importante. Insisto, y sin ser postureo, mis hijos son el motor de mi vida, aunque muchas veces esté lejos de ellos.
Y Alaitz, cómo lleva tus ausencias, aunque será algo que tendríais hablado desde hace años…
Sí, la verdad es que mi mujer es con diferencia la persona que más se sacrifica por mí. Mis padres también, pero es diferente, porque ahora que soy padre entiendo los sacrificios que han hecho por mí, porque yo también los haré y los hago por mis hijos. Pero Alaitz es una persona que ha estado dispuesta a dejar un montón de cosas propias de lado, para que su pareja consiga ser feliz y verle disfrutar haciéndolo. Y ella siempre me decía, que ya que yo era ciclista, mejor tener los hijos jóvenes y criarlos ella aunque yo estuviera mucho tiempo fuera y así para cuando me retirara, los tendríamos ya criados y podríamos hacer deporte, viajar y otras cosas. Esa ha sido nuestra filosofía y ella ha tenido que hacer muchos sacrificios, con la ayuda de nuestras amas, pero ella ha sido la que más ha tirado del carro. Cuando yo me jubile, eso podrá cambiar y podré estar yo más en casa, sin las ausencias de ahora y pudiendo hacer muchos de los planes familiares a los que hemos renunciado hasta ahora.
Y hablando de Hirukide, ¿cuándo conocisteis la asociación?
Ya cuando tenía dos hijos, no sé cómo, yo sabía que existía la asociación y si algún amigo tenía tres hijos, les decía que mi único objetivo era tener el carnet de Hirukide. Porque eso quería decir que había conseguido tener uno de los objetivos más importantes en mi vida. Y en mi cartera, por este orden van el DNI, la tarjeta de crédito y el carnet de Hirukide. Y lo suelo enseñar cuando alguien que tiene dos hijos se ha comprado algo y les digo, “a que tú no tienes este carnet”. El carnet de Hirukide es el más importante; más que la American Express, la VISA y demás tarjetas.
Al final, como teníamos tan tan claro que queríamos tener tres hijos o más, tener el carnet de Hirukide es una muestra de que has conseguido esto, como un premio de que lo has logrado.
¿Y qué destacarías de la asociación?
Somos mucho de leer la revista y me gusta leer las entrevistas en las que conoces a otras familias que por razones diferentes a la mía han decidido tener también familias numerosas. Y a mí me gusta que seamos familias tan dispares, con el único objetivo de disfrutar de nuestros hijos e hijas. También me gusta ver las novedades sobre ayudas o marcas que se vuelcan y hacen descuentos. Y leer los consejos o entrevistas de algún psicólogo sobre cómo educar, que son cosas que me interesan. Yo cuando estoy en casa siempre lo leo y me gusta.
¿Consideras necesaria la labor que se hace desde Hirukide ante instituciones y administraciones?
Sí, está claro que es necesario y más teniendo en cuenta el problema demográfico que estamos teniendo con una sociedad que está envejeciendo. Las circunstancias no son fáciles para tener una familia numerosa, por nuestros trabajos, el ritmo de vida que llevamos…, no es fácil. Y los que hemos tenido familia numerosa, le hemos echado un par de narices y a nivel institucional se debería reconocer y promover para que la gente se anime y se rejuvenezca nuestra sociedad. Ahora los gobernantes están muy preocupados con las pensiones y se oye hablar mucho de ellas, pero qué mejor manera de garantizarlas, que incentivar y ayudar a las familias a tener hijos.
¿Y ya para terminar, qué dirías a alguna familia numerosa que nos lea y esté pensando asociarse?
Hirukide es la asociación que nos representa a los afortunados que hemos logrado ser familia numerosa. Para muchas ese era un objetivo y lo hemos conseguido. Además, estar en la asociación viene muy bien para estar informado de las ayudas o las novedades que pueda haber. Además, cuantos más seamos en la asociación, más fuerza podemos hacer para que las condiciones de las familias numerosas sean mejores, porque, aunque es muy bonito tener hijos, fácil no es. E Hirukide trabaja para que el terreno sea más llano y llevadero. Por eso, animo a que se asocien las familias que aún no lo hayan hecho y a quienes ya estén en Hirukide a que sean más activos. Y a los que tengan dos hijos…, que tengan el tercero y se suban al carro.
Eskerrik Asko Markel !