Jose María Iñigo, bilbaino y padre de 4 hijos, es uno de los presentadores más conocidos y populares de la televisión de los años 70 y 80. Actualmente centra casi por completo su labor profesional en el mundo editorial, que compagina con sus quehaceres familiares junto a sus dos hijos menores y su mujer, Pilar. Hombre de pocas palabras, como a sí mismo se define, nos cuenta su experiencia como padre de familia numerosa.
«Yo siempre he antepuesto mi familia al trabajo»
Comunicador entre comunicadores, presentador y entrevistador nato, azote de artistas y cantantes durante varias generaciones, uno de nuestros rostros más polifacéticos, ¿a qué dedica en la actualidad sus inagotables fuerzas?
Pues dirijo tres revistas (Viajes y Vacaciones, Medio Ambiente y Vinos & Restauración). Además de trabajar los fines de semana en el programa de Pepa Fernández “No es un día cualquiera” en Radio Nacional. Y Publicar al año al menos tres libros. El último, hace un mes, en la Esfera de los Libros “¿Quien dijo miedo a volar?”.
Pocos saben que usted es un profesional hecho a sí mismo, sin más titulación que el esfuerzo y una innata capacidad de aprender, con mucho ánimo de trabajar ya desde los 14 años, aquí en su Bilbao natal…
Sucede que cuando apareces en la tele con cierto éxito y popularidad, lo demás no cuenta, tampoco saben casi nadie que simultaneé siempre la radio y el periodismo escrito con la tele. De todas formas es bueno preservar ciertos aspectos de tu vida en privado.
Durante muchos años debió trabajar hasta 15 horas al día para sacar con brillantez históricos programas como Estudio Abierto, Directísimo o Fiesta… ¿cómo compaginarlos su una familia esperando en casa?
Yo siempre he antepuesto mi familia al trabajo. Trabajo intensamente mientras estoy en la oficina, pero a las 7 o las 8 a más tardar estoy siempre en casa, mi familia lo primero, luego lo demás.
Pero el día tiene 24 horas… por lo que sería difícil incluir además alguna de sus confesadas aficiones, como la lectura, la fotografía, los viajes, la magia o la gastronomía…
Es necesario evadirte un poco de la rutina y estrés del trabajo, y a mi me encanta estudiar magia, ilusionismo, hacer fotografías, escuchar música, viajar, leer, estudiar idiomas… No me aburro nunca, me faltan horas al cabo del día, además ahora con mis dos nietos me lo paso genial, así que ya me dirás… no estaría mal que quien fuera hiciera días de 36 horas.
Viajando un poco en el tiempo, ¿qué recuerdos le trae su hogar con sus hijos, cada uno con sus anhelos, aventuras y necesidades?
A veces, una locura, deliciosa, pero locura, muchas horas de sueño, cansancio, pero forma parte de la vida, nadie dijo que educar y criar a tantos niños fuera un camino de rosas…
¿Cuáles son las anécdotas más entrañables que recuerda junto a su mujer Pilar y sus hijos?
Recuerdo que en una ocasión, estando de vacaciones en Ibiza toda la familia, menos yo, que iba los fines de semana, llegaba yo con tanto estrés que al llegar al aeropuerto uno de los viernes por la tarde, me fui a recoger el coche al aparcamiento y me dirigí inmediatamente a mi casa, sin darme cuenta de que había dejado a mi mujer e hijos en el aeropuerto esperándome. Entonces trabajaba en exceso.
Conforme uno va teniendo hijos, se dice que el corazón se le va ensanchando para querer a todos y a cada uno por igual ¿Cómo lo experimentó en su caso con cuatro?
Cada uno es diferente, pero a todos se les quiere por igual, al margen de que con unos haya más comunicación que con otros. No quisiera verme yo en la tesitura de tener que elegir entre unos y otros como en alguna novela o película ya contemplamos.
Aunque suele decir que su DNI está equivocado respecto a la edad que su cuerpo y mente muestran… ya le han hecho abuelo. ¿Le toca hacer de canguro, cómo vive esta nueva experiencia?
Pocas veces he hecho de canguro, prefiero ser acompañante, cómplice, amigo, paseador, entretenedor de ellos. Son como la continuación de mis hijos, la demostración palpable de que la vida sigue. De canguro ejerce generalmente y cuando se necesita, mi hija Piluca.
Hoy en día que se tiende a la ley del mínimo esfuerzo y a evitar el sacrificio o el afán de superación, ¿cómo inculcar a nuestros hijos estos valores tan devaluados?
Pues es muy difícil. Están acostumbrados a una vida fácil, las circunstancias son bien diferentes a las que yo he vivido. Hoy la nevera está llena de alimentos. Solo tienen que abrirla y elegir. Cuando yo era niño, ni había nevera siquiera. Y los chavales ahora no aguantan sermones. Me limito a dar ejemplo y a poco listos que sean, ya se fijarán. Y espero que del ejemplo aprendan.
Ahora que verá a su hijo mayor arreglárselas como puede con 2 hijos… ¿Cree que la sociedad de ahora está preparada y estructurada para que las familias puedan tener el número de hijos que desean?
Por supuesto que no. Hoy un hijo resulta muy caro, en dinero, de mantener. El suelo y la crisis no facilitan las cosas. No obstante, la vida sigue y muchas parejas prefieren el sacrificio que supone un hijo más, a la comodidad de no tenerlo. El gobierno no ayuda mucho a que se tengan más hijos, precisamente.
¿Qué papel cree que les dejan jugar las familias numerosas en nuestra sociedad?
Pues la verdad no creo que jueguen ningún papel importante a no ser que sirvan para ser diana de comentarios poco generosos. Tal como están las cosas ahora, tener muchos hijos no es un ejemplo a imitar.
Este año, en mucho hogares van a ser unas Navidades difíciles… como le ocurrió a usted en su infancia en la que ha declarado que los Reyes Magos no pasaban por su casa…
Uno se acostumbra a su entorno con mucha facilidad. Ahora juguetes muy sofisticados proporcionan a los niños la misma felicidad, o menos, que a mi y mis amigos, cuando éramos pequeños, nos hacían una caja de zapatos y una cuerda, o una pelota hecha de trapos viejos. El ser humano es, y gracias a Dios, un ser fácilmente adaptable a las circunstancias.
¿Cómo valora la labor que realizan las asociaciones como Hirukide, que luchan ante las instituciones, administraciones y empresas, para defender los derechos de las familias con hijos?
Pues muy altamente, porque en los tiempos que corren es preciso contar con organizaciones que velen por ayudar a las familias numerosas ante la impasividad de las instituciones del Estado o de la Comunidad.
Por último y para cerrar la entrevista como tantas otras que le han hecho… ¿Lo de Uri Geller con las cucharas era truco?
No, naturalmente que no. Lo importante no es que él doblara cucharas, sino que cientos de miles de personas en sus casas lo hicieran siguiendo sus instrucciones. Ahí, residió su fuerza.