D. NOTICIAS DE ALAVA. 3 NOV 2019.
Cuando uno se plantea acudir a un congreso, por regla general, tiene unas expectativas. Ya que hago el esfuerzo de ir, que al menos sirva para algo. Yo soy de los que siempre tiene la confianza de que algo bueno me voy a llevar y que conocer diferentes puntos de vista siempre es un aprendizaje, y si encima es al lado de casa, pues oye, como que parece que se alinean los astros para disfrutar de una buena jornada.
Hace una semana se celebró en el Palacio Europa el IX Congreso de Familias Numerosas, organizado por Hirukide, con un hilo conductor más que acertado en los tiempos que corren, El mejor equipo, la familia, vinculando el deporte con lo que supone sacar adelante a nuestros hijos e hijas. Yo, como padre, entrenador de una plantilla con cuatro jugadores, tenía la necesidad de compartir espacio y tiempo con todas esas personas que han decidido conformar equipos fuera del estándar. La jornada cubrió mis expectativas. ¡Y de qué manera!
Una vez asimiladas todas las emociones, reflexiones y vivencias del congreso, he llegado a la conclusión de que cada persona formamos parte de un equipo, en todos los sistemas, contextos y ámbitos de nuestra vida. Entendiendo por equipo ese conjunto de personas que trabajan con un objetivo común, da igual cuál sea, pero que son conscientes de que aunando esfuerzos se es mucho más fuerte. Y esto nace como una necesidad de tener relaciones con otras personas, y de complementariedad para lograr retos que no se alcanzarían individualmente.
Y me tiro a la piscina, cambiando el concepto de “trabajar en equipo” por “trabajar COMO un equipo”. Porque estoy convencido que el elemento diferenciador de cualquier equipo (profesional, deportivo o familiar) no está en el qué sino en el CÓMO hacen las cosas. Y es que, es en ese CÓMO donde verdaderamente el grupo de personas tiene que desarrollarse y crecer. Llegar a esta conclusión parece de perogrullo, pero a la hora de llevarlo acabo la cosa se complica porque entran en juego los egos y el egoísmo personal por anteponer los objetivos personales frente al colectivo.
Es importante entender que para trabajar COMO un equipo, hay que aunar los objetivos personales, las aptitudes y las diferentes miradas de todos los miembros del mismo, porque todas suman, todas son importantes y porque todas son oportunidades de mejora y crecimiento. Si no entendemos esto, podremos trabajar en equipo, pero nunca COMO un equipo.
Se potenciarán sus esfuerzos, disminuyendo en la mayoría de las veces el tiempo invertido en las labores y aumentando mucho más la eficacia de los resultados. Un grupo de personas (familia, trabajo o deportistas) se transforma COMO equipo, en la medida en que alcanza cohesión. Para ello hemos de crear lazos de atracción interpersonal. Cuanta más cohesión exista, mejor trabajarán sus miembros y más productivos serán los resultados de sus acciones.
De las muchas y fantásticas reflexiones escuchadas durante el Congreso, me quedo con una del gran Joseba Beloki. Contaba con emoción como uno de los mejores momentos de su carrera deportiva como ciclista fue el día en que se cayó durante una etapa del Tour de Francia cuando tenía posibilidades reales de victoria final. En este momento a Joseba se le quebraba la voz, contando cómo dos de sus compañeros de equipo renunciaban a una posible victoria de etapa y alcanzar un buen puesto en la general por quedarse con él en la cuneta, atendiéndole y reconfortándole, conocedores, de que para él ya se había acabado el Tour y posiblemente su carrera como profesional.
Esos compañeros habían trabajado para Joseba en equipo, para llevarle hasta el triunfo, pero con esa muestra de humanidad, y de compañerismo, demostraban que verdaderamente trabajaban COMO un equipo, entendiendo que los objetivos personales no tenían ningún valor ni sentido sin el éxito colectivo. Cada persona, tenemos la oportunidad de crear nuestros propios equipos, en casa con nuestra familia, en el trabajo o en el deporte, siendo conscientes de que somos responsables de generar contextos y espacios, desde la realidad del día a día y de cada persona, para que este equipo del que formamos parte se pare en la cuneta, para reconfortarnos cuando nos caigamos y nos empuje hacia arriba cuando no veamos claro el final de etapa.
No es fácil, pero seguro que merece la pena. Y como dijo otra de las ponentes, y para mí, desde hoy, un referente a nivel humano, la nadadora medallista paralímpica, Teresa Perales, cuando se trabaja COMO un equipo, se llega hasta el infinito y más allá.
Jorge Ortiz de Urtaran, socio de Sport&Play