EL DIARIO VASCO. 4 nov 21.
Hablar desde la empatía, la cercanía y el respeto son algunas de las claves que expuso ayer Sandra Martín, educadora de familias en disciplina positiva, en Donostia en la conferencia organizada por Hirukide bajo el título ‘Cómo lograr una comunicación efectiva con nuestros hijos/as’. Sandra, madre de tres niños y embarcada en proyectos como ‘Educar en positivo’ o ‘Crecemos en tribu’, subraya la importancia de «escuchar» y «de llegar a acuerdos con nuestros hijos». La educadora expuso las claves de la disciplina positiva, un conjunto de herramientas y recursos para «disfrutar de la educación» de padres a hijos.
La educadora de familias subraya la importancia de la «escucha activa» a la hora de educar a niños y adolescentes, además de los diálogos con «curiosidad» y «respeto»
– ¿Cómo deben los padres hablar a sus hijos?
Con curiosidad y con ganas de saber de ellos. Muchas veces nos enfrascamos en el modo interrogatorio: ¿dónde has estado? ¿qué tal en el colegio? ¿con quién vas a salir?, etc., y parece que no tenemos ganas de conocerles más allá. También hay que hacerlo con respeto. El estrés del día a día saca nuestra peor parte y lo pagamos con ellos.
– ¿Y a la hora de reñirles?
Igual no habría que reñir. Tenemos muy interiorizada la idea de que tenemos que ser autoridad. Tienen que vernos como guías y no como figuras autoritarias, alguien que les va a enseñar y no como alguien que les pone límites. Vamos a hablar de lo que ha pasado para llegar a un acuerdo o buscar soluciones.
– ¿Hay que alzar la voz?
No hay que gritar. Nos gritamos hasta entre adultos, es algo que está muy aceptado pero hablar bajito funciona igual o incluso mejor. Cuando nos gritan nos ponemos en alerta y el cerebro activa una postura de defensa. Cuando estamos a la defensiva no razonamos.
– ¿Qué opina de los papeles de ‘poli bueno’ o ‘poli malo’?
Los dejamos para las pelis. Es muy importante que las familias y las figuras adultas se pongan de acuerdo para que no haya incongruencias. Evitar que aita diga esto y ama diga lo otro.
– Entonces ¿cuál es la postura correcta de los padres a la hora de relacionarse con sus hijos?
Va por ser alguien de referencia. Ni figura autoritaria ni un colega. La disciplina positiva dice que los aitas estamos entre el autoritarismo y la permisividad. Eso sí, vamos a poner límites como padres que son innegociables. También normas que dependiendo de la edad se pueden consensuar. Si ellos forman parte de este consenso se sienten parte de él y lo respetan porque piensan: «Yo también he decidido esto».
– ¿Qué es la disciplina positiva?
Es un conjunto de herramientas y recursos creados por dos psicólogas americanas, Jane Nelsen y Lynn Lott, que se basan en la psicología de Alfred Adler. Una psicología que es democrática y respetuosa. Nos ayuda a disfrutar de la educación y vernos como guías y acompañantes.
– ¿Qué lenguaje debemos usar y cuál debemos evitar?
Descartar gritos, cualquier tipo de lenguaje irrespetuoso e intentar usar un lenguaje que esté conectado con ellos. Y asegurarnos de que lo entienden: utilizar recursos como «¿me he explicado bien?» y no usar «¿me has entendido?». No dar por hecho que el problema lo tienen ellos, igual los padres no nos explicamos bien.
– ¿Cómo decir ‘no’?
La técnica sandwich. Empezamos con un reconocimiento, analizamos y llegamos a un acuerdo. La empatía es super importante. «Entiendo que quieras quedarte en el parque pero hay que ir a casa, mañana podremos volver». Con adolescentes hay que llegar a acuerdos mutuos: «Entiendo que te apetezca salir de noche, nosotros no lo vemos por estos motivos. Tú quieres estar hasta las 2.00 horas, nosotros que vengas a las 10.00, ¿qué tal a las 12.00?».
– Entonces ¿es una cuestión de confianza mutua?
Efectivamente. Si queremos que nos cuenten sus cosas, tenemos que contar las nuestras. La escucha activa es muy importante. Si les escuchamos, se sentirán escuchados. Ellos nos imitan, somos sus modelos de referencia. Podemos sacar temas de adultos con ellos, pedirles su punto de vista, que vean que confiamos en ellos a la hora de contarles cosas que concebimos como tabúes para los que no están preparados.