Roberto Martínez

Roberto Martínez

Director de la Fundación Másfamilia y padre de familia numerosa

Roberto Martínez es padre de familia numerosa y director de la Fundación Másfamilia. A lo largo de esta entrevista nos contará en qué consiste esta fundación y su proyecto estrella, el Certificado EFR.

«Las empresas deben entender que se acabó  la revolución industrial, que se ha terminado la organización del trabajo absurda en el que el control era un control presencial; tantas horas metes, tanto te pago»

«Nosotros con la norma EFR 1.000 distinguimos a las empresas que apuestan por la conciliación, en definitiva que apuestan por sus personas»

¿Qué es la Fundación Másfamilia?

Fundación Másfamilia es una organización que se crea en el año 2003, cuyo objetivo es la promoción y ayuda a las familias en general y en particular a aquellas familias que tienen dependencias en su seno, ya sean hijos/as, mayores o cualquier otro tipo de dependencia. A raíz de este objeto social, en el año 2005 empezamos con el proyecto EFR (Entidad Familiarmente Responsable), que está basado en la conciliación de la vida laboral y familiar y ha sido un proyecto tan potente y tan ambicioso, que seguimos con él, prácticamente de forma exclusiva.

¿Por qué surge este proyecto?

Esta Fundación y el proyecto EFR en particular, surgieron desde el propio ámbito de la Federación Española de Familias Numerosas y del que entonces era su presidente, José Ramón Losana, por lo que somos una Fundación que siempre hemos estado muy cercana al movimiento asociativo familiar y particularmente al proyecto asociativo de familias numerosas.

¿Qué pasos se fueron dando?

Poquito a poco se ha ido desarrollando; primero, el modelo de gestión en el año 2005 y parte del 2006, ya que una condición necesaria para nuestro proyecto era tener un modelo de gestión. Luego hubo que crear una marca, una Web y una infraestructura con un conjunto de entidades de consultoría, de formación y de certificación que participan en el modelo. Porque nosotros decidimos que nuestro modelo no iba a ser la consultoría, ni la formación, ni la certificación, pero hubo que empezar a convencer a los primeros consultores y certificadores de que había un trabajo importante detrás.

Todos estos pasos ya se han dado y el objetivo final es distinguir aquellas empresas que apuestan por la conciliación como un valor estratégico. Igual que la ISO 9.000 en calidad distingue aquellas empresas que apuestan por la calidad, o la ISO 14.000 en materia del Medio Ambiente, nosotros con la norma EFR 1.000 distinguimos a las empresas que apuestan por la conciliación, en definitiva que apuestan por sus personas.

¿Qué tiene que hacer una empresa para obtener este certificado?

Lo primero es cumplir la Legislación que le es de aplicación. De hecho, una parte de la auditoría, se destina a comprobar el cumplimiento con la Legislación, porque tratamos de evitar que ninguna empresa certificada incumpla la legislación que le concierne, en diferentes áreas.

Segundo paso, pedimos un compromiso de mejora continua al máximo nivel directivo-ejecutivo de las compañías, es decir esto no puede estar liderado en un término medio en la organización; tiene que estar liderado al máximo nivel y además el ejecutivo tiene que saber que es un compromiso con la mejora continua, no conformarse con «pasar el listón», sino que cada día el listón lo va a tener más alto y sino es preferible que no siga.

El punto tres es implantar un Modelo de Gestión, en base a una serie de requisitos que están contenidos en nuestras normas. En cuarto lugar, una vez implantado ese Sistema de Gestión, es someterse a una auditoría externa de Certificación. Después de esa auditoría externa nosotros ya le otorgamos la marca y le concedemos los parabienes que implica esa certificación.

¿Qué suele producir más reparos… el papeleo o burocracia, o los costes que conlleva implantar este certificado?

Entre las pequeñas, los temas económicos hoy en día son los más difíciles y aunque consideramos que no es una inversión importante, aún así en las pequeñas empresas hoy en día «inversión pequeña» no existe. En cambio, en las empresas grandes yo diría que son un cincuenta por ciento de cuestiones económicas y un cincuenta por ciento de cultura directiva. Entienden que para meterse en este asunto necesitan tener el apoyo de la máxima dirección y a veces ese apoyo no lo tienen y eso hace que no se decidan a entrar, porque piensan que a lo mejor entran por una puerta y se tienen que ir por la otra.

¿Y qué valoración haces de las empresas e instituciones certificadas hasta la fecha?

Nosotros estamos bastante satisfechos, en estos momentos hay 230 organizaciones certificadas en cinco años; el avance es positivo, porque sabemos de nuestras limitaciones en medios, que no son pocas. También vemos que se siguen certificando empresas, pero que en los años 2009 y 2010 la crisis también nos ha afectado, pero la valoración es bastante positiva en general y yo creo que somos muy optimistas de cara a un futuro inmediato.

¿También pueden lograr esta certificación los municipios? No habrá muchos entre ellas que lo ostenten…

No, realmente, pero lo que pasa es que con los municipios hemos empezado mucho más tarde, hace unos meses, pero ahora mismo hay ya seis municipios. Tenemos ya el modelo para grandes empresas, para pequeñas empresas, la tercera pata son los municipios y ahora, para el año que viene, vamos a desarrollar el modelo para Administraciones Públicas que no sean municipios.

¿Y qué gana una empresa con un certificado como este?

Nosotros las ventajas las tenemos catalogadas o justificadas en varios bloques, habiendo un bloque de tipo interno y otro de tipo externo. Empezando por las internas esto impacta positivamente en el compromiso de la gente con el proyecto empresarial y a través del compromiso impacta en su competitividad y en su productividad, estando más que demostrado. Impacta también en eso que venimos a llamar «clima» y también en temas de absentismo y de rotación.
Desde una perspectiva externa, impacta en la atracción del talento, ya que las empresas que participan en este proyecto se hacen más atractivas de cara al exterior. De igual forma, en temas de reputación corporativa, mejores sitios para trabajar y eso a su vez genera el impacto que acabamos de comentar de la atracción de talento. Y en definitiva hace a las empresas más potentes para el siglo XXI. También, evidentemente, esto tiene una connotación clara en la faceta de responsabilidad social de las organizaciones.

Los empresarios se quejan de absentismo, falta de compromiso o productividad… y los empleados de rigidez, salarios u horarios… ¿dónde está el punto medio?

Nosotros esto lo vemos como un punto medio y la palabra clave en todo nuestro proyecto es equilibrio, ni muy de un lado ni muy del otro. Ofrecemos un espacio de diálogo y de trabajo distinto. Hay una serie de recetas que creo que son universales, como por ejemplo la flexibilidad, aunque el empleado la entiende de una manera y el empresario a veces de otra, pero sí que hay un término medio en el que se puede encontrar ese equilibrio hoy por ti mañana por mí. Hoy te quedas, mañana vas a la función de tu hijo/a… y eso está resultando bastante sencillo en muchas empresas y sobre todo estamos siendo capaces de medir que esas empresas cada vez son mejores, son más competitivas y por tanto encuentran un camino de mejora muy claro.

¿Quiénes deben ser los principales artífices de ese cambio en la cultura de trabajo que tenemos hoy en día?

Para nosotros son las empresas a través de sus directivos, porque para bailar hacen falta dos personas, pero siempre uno de los dos le tiene que invitar al otro, porque sino al final no se baila. Las empresas deben entender que se acabó la revolución industrial, que se ha terminado la organización del trabajo absurda en el que el control era un control presencial; tantas horas metes, tanto te pago.

¿Habéis empezado a notar de alguna forma este cambio?

Sí, sin duda. Nosotros creemos firmemente que en las grandes empresas y en aquellas que sin ser tan grandes son multinacionales, estos temas de los que estamos hablando ahora mismo están en su agenda. Otra cosa es que inviertan más o menos dinero, o quizás la crisis les haya parado, pero es un tema clarísimo que está en su agenda. Donde aquí se produce un corte radical es en la pequeña y mediana empresa. Ahí o hacemos algo o la pequeña y mediana empresa sigue mirando para otro lado y somos un país de PYMES en el que prácticamente el ochenta por ciento de los que trabajamos, trabajamos en una PYME, por lo tanto el problema es importante.

Por último, ¿cuántas empresas hay en Euskadi que hayan obtenido este Certificado?

Euskadi no podemos decir que sea una de las Comunidades Autónomas que esté a la cabeza, ya me gustaría, pero estamos viendo que va respondiendo. Me parece que son cinco entidades ya certificadas; el Museo Guggenheim, Micro Deco, que es una empresa del sector automovilístico muy prestigiosa, el colegio Urkide en Vitoria-Gasteiz y las consultorías Equilia y Hera. Además en estos momentos puede haber entre diez y quince entidades más trabajando, pero nosotros sólo hablamos de las empresas cuando se han certificado porque por el camino puede pasar un poco de todo, incluso que se suspenda la auditoría y no podemos hablar de ellas hasta que no se finalice la auditoría.

Muchas gracias. Desde Hirukide tan sólo nos queda alentaros en vuestra valiosa tarea, al igual que animamos a todas las empresas y municipios de Euskadi a que hagan el esfuerzo por implantar medidas de conciliación laboral y familiar y, qué mejor manera, que a través de este certificado.

Hirukide-943