Familia Nebot Bayano

Familia Nebot Bayano

Galardonada con el Premio Hirukide en nuestro 9º Congreso. 

En mayo de 2018 y mientras estaban en el hospital debido a las contracciones que tenía Elisa por el embarazo de su tercer hijo, Miguel recibió la peor llamada de su vida. Acababan de fallecer en un accidente de tráfico su madre, una de sus hermanas, Teresa, y su marido Xavi. El shock fue tremendo, pero su mente se fue rápidamente a pensar en sus seis sobrinos, que acababan de quedarse huérfanos. Seis niñas y niños, con edades entre los 8 y 18 años, que acababan de perder a sus padres y única abuela de un solo mazazo.

“En esos momentos no llegas a saber realmente la profundidad que tiene el asunto. Sientes mucho malestar físico, no puedes casi comer o dormir…“

Lo material fue un poco caos inicialmente. Lo que son las compras, las coladas, la casa, etc. Pero lo que priorizábamos nosotros era la adaptación psicológica.

“A la gente que tengas cerca, nunca dejes de decirle lo importante que es para ti y cuánto la quieres, porque nunca sabes cuándo es la última vez que se lo puedes decir”

 

El 15 de mayo de 2018, recibisteis una noticia que cambió vuestras vidas para siempre… ¿cómo sucedió?

Miguel: Estábamos en la consulta del médico, porque Elisa estaba casi para dar a luz a nuestro tercer hijo y ahí nos dijeron que en principio tendríamos que ir ya para el hospital… Mientras estábamos en la consulta recibí varias llamadas de un hermano y a la cuarta ya le cogí y me dijo que mejor saliera de la consulta para seguir con la llamada. Ya en la calle me dio la noticia y mi primera reacción fue no creérmelo. Luego me dijeron que les ocurrió lo mismo a todos los hermanos. Pensar que podía ser una equivocación o un error… Y una vez medio asumido, entré de nuevo en la consulta donde estaba Elisa.

Elisa: Él entró blanco y no reaccionaba; estaba en shock mirando al infinito. Pidió que nos dejaran a solas y cuando me dio la noticia, lo único que yo decía era no puede ser, no puede ser. No lo podíamos aceptar; era demasiado fuerte. Nadie está preparado para una noticia así… Yo en ese momento solo pensaba en los niños.

¿Y se te paralizaron las contracciones en seco?

Sí, al comentar a la ginecóloga lo sucedido, me dijo que o daba a luz esa noche o se paralizaba el parto y así fue; se retrasó diez días.

¿Y cómo se gestiona una situación así?

E: Estábamos en shock. No sabíamos ni qué decirnos, llorábamos…Fue un momento caótico; el peor de mi vida. Decidimos que Miguel se cogiera un taxi y fuera para Soria, donde había sido el accidente, porque no le veía capacitado para conducir.

M: En esos momentos no llegas a saber realmente la profundidad que tiene el asunto. Sientes mucho malestar físico, no puedes casi comer o dormir… y al final empiezas a estar un poco mejor y a ser un poco más ejecutivo y resolutivo. La suerte que tenemos es que tanto los Prats, la familia de mi cuñada, como la nuestra somos numerosas y desde el inicio se hicieron dos equipos; uno más administrativo y otro más de familia, orientado a los niños. Porque la parte más dura de todo fue comunicar a los niños el fallecimiento de sus padres. Aunque también tuvo su parte emotiva, al ver cómo el mayor abrazó y consoló a todos los hermanos…

Además, recibimos mucho apoyo de todo el entorno de mi hermana y mi cuñado de allí de Madrid, de amigos y de padres del colegio. En el día a día de una familia hay cantidad de cosas que hay que resolver y en muchas de ellas tuvimos mucho apoyo.

¿Creéis que el hecho de ser tantos hermanos y una gran familia numerosa os ha ayudado a todos a sobrellevarlo mejor?

M: Sin duda alguna. Alguna vez lo hemos comentado viendo el caos y lo que supone. Si esto no le ocurre a una familia numerosa, yo creo que caes por el camino. Todos tenemos nuestras obligaciones, trabajos, quehaceres… y atender las necesidades estos niños, sus actividades, el tema de la tutela, los campamentos… si lo tuviera que hacer una persona sola, sería casi imposible.

Y luego está la parte psicológico-emocional. Porque ha pasado año y medio y algunos tardíos estamos pasando las secuelas del accidente con algo de retraso y es muy importante el poder hablarlo con otras personas de la familia que te conocen, que te quieren y que están dispuestos a apoyarte de forma incondicional.

Porque Xabi y Teresa no eran para vosotros dos hermanos más…

E: Sí, yo me metí en la familia de Miguel con 19 años y Teresa era para mí como una hermana. Hablábamos bastante por teléfono, venían aquí todos los veranos a visitarnos y montábamos el campamento en casa con sacos de dormir, porque no cabían.

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¿Y en qué momento decidisteis dar el paso de acoger a todos los sobrinos vosotros?

E:  Años antes, en una de estas visitas, justo hablamos del tema de la tutela. Xabi y Teresa nos preguntaron directamente si seríamos tutores legales de sus seis hijos, en el caso de que les pasara algo a ellos, pero que tendría que ser a todos, porque lo último que querrían es que les separasen. La pregunta nos extrañó y les dijimos que nunca les separaríamos… Cuando nos enteramos del accidente me vino esa conversación a la cabeza y solo pensaba en los niños, cómo estarían pasándolo y que estuvieran todos juntos. Además, luego supimos que también lo habían hablado con sus hijos Javier y Miguel, por lo que, siendo una decisión difícil, la teníamos muy clara. Era raro, pero todos lo teníamos muy asumido.

M: Fue una decisión muy valorada y consensuada con ambas familias. Después del velatorio nos juntamos todos mis hermanos, con los de Xabi y los tres hijos mayores y ahí al preguntarles un poco por qué querían hacer o cómo actuar, Javier, el mayor de ellos comentó que sus padres les habían dicho que si algo les ocurría, que es pusieran en manos de Elisa y de Miguel. Teniendo en cuenta esto y sopesando todas las posibilidades que había con otros hermanos de las dos familias, al final decidimos que la mejor opción era que vinieran con nosotros a Bilbao.

Y vuestra vida, una vez vinieron daría un gran vuelco…

E: La adaptación al principio fue un gran caos, porque vinieron a nuestra casa que era pequeña y había montañas de mochilas y las niñas estuvieron semanas sin poder deshacer la maleta. Luego, cuando conseguimos una casa para todos, el cambio psicológico fue bastante importante. Porque ya no estaban ellos en nuestra casa, sino que era una etapa nueva de todos. Con el cambio de casa y el paso de los meses ellos empezaron a sentirse en un nuevo hogar, una nueva familia, ya todos más integrados unos con otros, las costumbres…

Para nuestros hijos también fue un shock al principio al pasar de ser los dos principitos y esperar recibir una hermana, a de repente ver cómo les habían metido seis más… Ni el mayor era ya el mayor, ni el pequeño el pequeño.

¿Qué fue más complicada, la adaptación material o la psicológica?

E: Lo material fue un poco caos inicialmente. Lo que son las compras, las coladas, la casa, etc. Pero lo que priorizábamos nosotros era la adaptación psicológica. Que entre ellos hiciesen una piña, que se viesen como hermanos, que no hubiese comparaciones, gestionar las incomprensiones y la rabia… Pero con el tiempo han indo encontrando todos su espacio en la familia y se han adaptado a las costumbres y normas de la casa. Ahora mismo son unos campeones, han evolucionado un montón este año y son una piña. Da gusto ver que todo el esfuerzo y todo el temor inicial que teníamos ha obtenido sus frutos y que entre ellos el mayor regalo que tienen es más hermanos.

Y vosotros, habréis tenido que recibir un cursillo exprés en gestión de adolescentes…

M: Bueno, más que un curso exprés, estamos haciendo el extendido. Nosotros desde el año pasado estamos yendo de manera regular a hablar con educadores y con psicólogos para entender cuáles son las necesidades de cada uno e incluso para entendernos a nosotros mismos. El proceso de encaje de ambas familias es largo y se empiezan a ver los frutos ahora, pero esto se tarda tiempo. Nosotros seguimos yendo casi todas las semanas a sesiones para aprender y saber cómo gestionar todas estas situaciones, las emociones o las necesidades. Y ellos también han necesitado apoyo para saber cómo tratarnos, porque teniendo valores parecidos, las cosas que nosotros podemos valorar, cómo actuamos, lo que premiamos o no, etc., es diferente de la de Teresa y Xabi.

¿Y podéis decir a día de hoy que podéis llevar una vida un poco normal?

E: Cada vez estamos más cerca, aunque aun nos falta, porque sobre todo los mayores han tenido que adaptarse. Y luego nosotros, que hemos necesitado mucho aprendizaje de golpe, conocer bien a cada uno, saber guiarles, entenderles… Y es que todos en nuestra casa hemos tenido que readaptarnos. Cuando hemos empezado a vivir juntos, ni Miguel y yo estamos siendo los mismos, ni nuestros hijos, ni nuestros sobrinos y todos estamos aprendiendo a convivir juntos y a adaptarnos. Hemos mejorado mucho, pero aún nos queda camino por delante y retos por conseguir. La que mejor lleva todo es la enana, que cuando nació ya estaba todo montado y el caos que a nosotros nos desconcierta es para ella normal y está a gusto. Además, es el nexo de unión entre todos, porque todos la han conocido como hermana.

Y para vosotros, como pareja, también habrá sido un reto complicado

E: Nosotros al principio no tuvimos casi ni tiempo de duelo. Fue todo tan seguido, tan de golpe, que no llegas a asimilar a los que habías perdido. Solo actúas, vas priorizando… y con el tiempo el cerebro por fin se da cuenta que no están.

M: El primer año fuimos subsistiendo y actuando sobre la marcha y sin poder salir de la rueda para ver cómo estaban las cosas. El año pasado antes del verano tuvimos un momento difícil y sacamos un poco las banderas y pedimos apoyo a ambas familias y tuvimos el verano un poco más tranquilo para coger fuerzas y poner las bases para cuidarnos. Este es uno de los motivos por los que este año hemos estado mejor.

¿Qué lecciones sacáis de todo esto?

M: Mi padre siempre decía “hay que estar con el candil preparado”, que en cualquier momento te puedes ir y hay que estar preparado. Es algo que te tomas un poco a la ligera y a raíz de esto a mí me ha llegado, porque efectivamente estas cosas ocurren. Por otra parte, el accidente me quitó la posibilidad de despedirme de ellos, como sí me pude despedir de mi padre, que falleció dos años antes. Lección de vida: a la gente que tengas cerca, nunca dejes de decirle lo importante que es para ti y cuánto la quieres, porque nunca sabes cuándo es la última vez que se lo puedes decir.

¿Qué diríais a las familias que se enfrentan o se enfrentarán a adversidades como ésta o de otra índole en la vida?

E: Que se puede ver todo muy negro al principio y te planteas si estás haciendo lo correcto o no. Pero que de todo se sale, sobre todo si la familia está unida, si hay buena intención, si hay cariño y entrega, al final todo es recompensado. Aunque parezca que no hay luz al final del túnel, de ahí se sale.

M: Yo diría que se permitan flojear, porque cuando ocurre algo así parece que hay que se super héroes y ese querer cargar con todo puede hacer que la cabeza llegue a quebrarte. Es importante dejarse ayudar. Al principio no quieres pedirla y quieres cargar con todo, pero es necesario y muy bonito ver cómo la gente quiere y busca ayudar.

Muchas gracias, Elisa y Miguel. Desde Hirukide os queremos transmitir todo nuestro apoyo y agradecimiento por la lección de humanidad, generosidad y entrega que dais.

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