Gabriela e Ignacio nos cuentan su impresionante experiencia desde Oiartzun, no solo como padres de cuatro niñas adoptadas, sino también como familia inscrita en el programa de la Diputación de Gipuzkoa de hogares de acogida de urgencia, mediante el cual ya han acogido temporalmente a cinco bebés entre 0 y 3 años.
“Con vosotras está claro que estamos estructuralmente arruinados y nos hemos complicado mucho la vida, pero si no estuvierais, tendríamos una vida… tan aburrida!!!”
Es una tarea a realizar con la parte más débil de la sociedad y nos parece un honor que la Diputación confíe en nosotros para sacar adelante a ese niño
Una vez que lo has hecho, se convierte en tu principal éxito. Un éxito inmensamente superior a cualquier otro que pudieras imaginar.
Con 4 hijas adoptadas y un niño en acogimiento urgente, os habéis ganado el título de familia numerosa a pulso…
Bueno, no es tan fácil (risas), porque las mayores de 18 años están trabajando o estudiando, más los acogimientos de urgencia; así que tenemos que estar renovando el título cada poco tiempo… y nos hacen rellenar todos los datos cada vez. En la era de la informática!
Vuestro proceso hasta formar una familia numerosa no ha sido el habitual…
A los dos nos encantan los niños… y cómo no venían de forma natural, decidimos acoger o adoptar a niños que “estuvieran buscando familias”. Era una época en la que la adopción internacional no era frecuente (finales de los 90) y la adopción nacional era casi inviable por falta de niños. Así que ha sido toda una aventura. Desde que llamamos a los Servicios Sociales de Navarra (que era dónde vivíamos entonces) hasta que nos dieron cita pasó… UN AÑOOOO.
Luego solicitamos adopción con Polonia, que parecía que se iba a abrir a la adopción internacional, pero nunca llegó el acuerdo entre ambos países. Así que nos pasamos a Colombia y… cuando estábamos esperando asignación, recibimos una llamada en la que nos comunicaban que había dos niñas de casi 5 y 7 años que necesitaban urgentemente una familia; eran de otra comunidad autónoma y dijimos que sí. No fue fácil, porque tenían mucha historia por detrás…
Pero eso no nos desanimó a seguir con la adopción internacional, e hicimos dos viajes a China a buscar a nuestras pequeñajas que hoy tienen 14 y 16 años.
¿Y qué os empujó a adoptar a las cuatro?
Es algo más emocional que racional… nos gustó la idea de la adopción; de ver lo felices que estaban las niñas en un entorno seguro, predecible y en el que se les quiere de forma desinteresada. También hay una parte de concebir la vida como un regalo. Es difícil de explicar pero consideramos que nosotros hemos sido unos privilegiados, que hemos nacido en un entorno amable y muy estable, y era nuestra forma de devolver ese regalo a la sociedad siendo nosotros los que hacemos ahora el esfuerzo por integrar a los que han tenido menos suerte en la vida. También tenemos que decir que nos divierte mucho la experiencia… Siempre decimos a nuestras hijas… “con vosotras está claro que estamos estructuralmente arruinados y nos hemos complicado mucho la vida, pero si no estuvierais, tendríamos una vida… tan aburrida!!!”
Visto desde fuera…, hay que estar hecho de una pasta especial o diferente para formar una familia como la vuestra.
Hombre, creo que hay que estar un poco loco… (risas). Tiene que haber un grado de inconsciencia, de no hacerse muchas preguntas (como dice mi amiga Txus, otra madre acogedora que, dicho sea de paso, también es de Hirukide), de aceptar que somos vulnerables, de saber que no todos los resultados van a ser satisfactorios… es importante contar con las derrotas… y por supuesto, tiene que haber una gran compenetración en la pareja. Y no podemos olvidar el sentido del humor, también para reírse de uno mismo y de las meteduras de pata, porque en este tipo de educación se cometen muchos errores, ya que hay asuntos que no son nada fáciles de resolver. Sobre todo hace algunos años, en unos tiempos en los que no había tanta información y literatura como ahora ni teníamos ayuda por parte de los Servicios Sociales. No es suficiente la buena voluntad para estos casos, es necesario un buen asesoramiento y una buena formación a base de leer libros, cotejar con otras familias, etc.
¿Qué ha sido lo más bonito y más complicado de todos estos años?
Lo más bonito es nuestra familia en sí misma, estamos muy orgulloso de la familia que hemos formado y de cómo se quieren nuestras hijas entre ellas. Cada paso que dan hacia adelante nos hace sentir bien. La mayor se graduó hace poco y no había unos padres más orgullosos que nosotros en toda la ceremonia de graduación. También recuerdo la primera actuación de violín de otra hija, cuando tenía 8 años en el conservatorio… Dos años antes la habíamos tenido que operar de los oídos porque estaba medio sorda… Mientras tocaba la melodía se nos caían las lágrimas.
La parte negativa es lidiar con los problemas que sobrevienen, sobre todo en las mayores, por la falta de apego. La creación del vínculo entre padres e hijos es la base de la relación, la seguridad emocional básica para salir adelante, y los niños abandonados por sus progenitores desconfían de sus nuevos padres porque creen que les puede pasar lo mismo con los adoptivos o acogedores. Es un mecanismo de defensa, una coraza que se colocan para no encariñarse de nuevo con la posibilidad de una segunda decepción profunda… y ese muro es muy difícil de franquear y es más complicado orientarles adecuadamente.
¿Qué edades tienen ahora vuestras hijas y cómo se llevan entre ellas?
La mayor tiene 24 años, es independiente y trabaja, la segunda tiene 22 años y ha decidido volver a estudiar después de una experiencia laboral, y las pequeñas tienen 16 y 14 años y están estudiando ESO. En cuanto a la relación que tienen entre ellas, ni en nuestros mejores sueños habríamos pensado que iban a llevarse tan bien, a quererse tanto, a ser tan amigas entre ellas, a protegerse, ayudarse… todo. No recuerdo prácticamente peleas entre ellas. Les encanta estar juntas y disfrutan mucho de los planes familiares especiales.
Y ahora que ya han ido llegando y pasando unas y otras la adolescencia, ¿ha sido complicada esa etapa o es igual a la de cualquier otra familia?
Si con un hijo biológico la adolescencia es complicada, con un hijo adoptivo suele ser todavía más. Nuestra hija 3ª es un sol y está teniendo una adolescencia muy buena, pero no es lo habitual. La adolescencia es la etapa en la que empezamos a tomar nuestras propias decisiones y en el caso de los hijos adoptados suelen tener menos seguridad, más miedos, más locura. Además, la adolescencia suele durar más así que la penitencia se amplía más años ya que les cuesta más alcanzar la madurez. No ha sido nada fácil, la verdad. En nuestro caso, además se vio agravado por una mudanza con cambio de comunidad autónoma e idioma. Eso desequilibra aún más.
Pero vuestro ánimo, cariño y capacidad de querer no tiene límites… y decidisteis incorporaros al programa de adopciones urgentes de la Diputación de Gipuzkoa. ¿Qué os empujó a hacerlo?
Como hemos dicho, tenemos dos niñas chinas a las que adoptamos con un año. Una de ellas estuvo en un orfanato con muy poca atención y cuando la recogimos estaba desnutrida y muy poco estimulada. La otra estuvo viviendo el primer año con una familia de acogida china y su evolución era mucho mejor: estaba más alegre, mejor alimentada y más estimulada. Nos dimos cuenta de lo importante que es tener unos padres en los primeros años de vida y quisimos hacer lo mismo que había hecho esa familia china por nuestra hija. Por un lado es un poco devolver el favor a nivel mundial (;-)
¿Y en qué consiste?
Como su nombre indica, somos familias de urgencia. Si estamos libres, nos pueden llamar en cualquier momento para que acojamos a un niño de entre 0 y 6 años. Eso se hace para que no tengan que ingresar en un centro tutelado ya que, como he dicho anteriormente, está comprobado que la evolución de un niño es mejor en un entorno familiar que en un centro. Los servicios Sociales de la Diputación son los que deciden si un niño debe dejar de convivir con su familia biológica. En algunos casos pueden ser los padres los que entregan la custodia a la Diputación porque no pueden cuidar a su hijo. Nosotros lo tenemos en casa hasta que se dilucida su futuro y se procede a ubicarle en un nuevo hogar o el retorno con su familia biológica.
¿Cuántos niños/as habéis tenido y durante cuánto tiempo?
Ahora mismo tenemos al quinto niño, que tiene 3 años y 10 meses. Lleva con nosotros bastante tiempo porque su caso se ha ido complicando. Es un niño con el que hemos tenido que hacer un trabajo enorme porque necesitaba muchos límites, muchas rutinas… pero creo que hemos conseguido un gran cambio y eso es muy gratificante, a la par que agotador (risas)…
Además, hemos tenido 3 bebés recién nacidos, en el sentido literal, ya que los acogimos con cordón umbilical y pulsera hospitalaria. Una experiencia muy bonita para nosotros que nunca habíamos tenido un niño recién nacido. Todo era nuevo para nosotros y nos echó un cable una gran amiga que es enfermera en neonatales del Hospital Gipuzkoa. Todos ellos estuvieron alrededor de 3 meses cada uno. Además, hemos acogido a un niño de año y medio durante 7 meses. La experiencia con todos ellos ha sido fantástica. Nos acordamos mucho de cada uno y tenemos muchas anécdotas para recordar. Los llevamos a todas partes como uno más. Ahora ya estamos planificando las vacaciones con el niño que tenemos ahora. Si puede ser, le enseñaremos a nadar en verano, vamos, como uno más de la familia.
Desde fuera, parece algo duro, tanto los sacrificios de volver a criar a un bebé, como el hecho de darle cariño y amor, para luego dejarlo partir en unos meses a otro hogar… ¿es así?
Sí, es verdad que es sacrificio, pero es muy bonito. Es una tarea a realizar con la parte más débil de la sociedad y nos parece un honor que la Diputación confíe en nosotros para sacar adelante a ese niño. Es una experiencia preciosa, dura, pero gratificante, está en los dos extremos. Trabajamos mucho con lo emocional. Hay mucho de montaña rusa de emociones. Cuando el niño o niña se va, es verdad que es muy triste, para mí es terrible, pero luego se pasa… aunque siempre queda una huella de ese niño en tu corazón. Y eso se queda para siempre.
¿Y cómo lo llevan vuestras hijas? Porque sois una familia y es algo en lo que, en mayor o menor medida, participan todos los miembros…
Bueno, la decisión de acoger la tomamos entre todos. La pequeña no lo tenía del todo claro al principio porque tenía que ceder su reinado, pero al final lo pensó y aceptó y ahora es la que más disfruta jugando con los niños.
Las mayores me ayudan bastante pero están más centradas en sus proyectos personales y la tercera es mi gran apoyo; siempre está al loro de la infraestructura, las visitas a la familia biológica, el cole, la ropa, los pañales, la mochila,… no se le escapa nada. Todos disfrutamos y todos sufrimos cuando se van, la verdad. Es un trabajo en equipo en toda regla. Además, es muy educativo. De esta vivencia ellas recaban respuestas que de otro modo les costaría mucho obtener. Y para rematar la jugada es una escuela de valores para todos (generosidad, paciencia, tolerancia a la frustración…), es una manera de aprender a dar, y de no ser el centro magnificando sus propios problemas.
¿Qué diríais a las familias que en algún momento se han planteado tanto este tipo de acogimiento urgente, como el acogimiento temporal?
Que vale la pena vivir la experiencia, porque es muy enriquecedora a nivel personal y familiar. Una vez que lo has hecho, se convierte en tu principal éxito. Un éxito inmensamente superior a cualquier otro que pudieras imaginar.
Tenemos relación con otras familias acogedoras (muchas de ellas son familias numerosas) y a veces nos vemos y esa es otra experiencia muy entrañable que se suma a todas las anteriores. Me encanta cuando nos juntamos porque hablamos el mismo idioma. Hay un montón de preguntas que tenemos ya todos contestadas!!! Hablamos de niños, biberones, injusticias sociales, abandonos, afectos, sufrimientos… en una palabra, las cosas importantes de la vida pero tratando de echar una mano.
Hemos elaborado muchos procesos mentales de forma paralela y es un placer inmenso pasar un rato con otras familias acogedoras. Tenemos una conexión especial.
Pero se tienen que hacer llamamientos desde las Diputaciones para cubrir esa necesidad de familias y muchas veces no se consiguen… ¿Qué falla? O es el miedo a lo desconocido, al compromiso que supone, renuncias…
Realmente acoger es aprender a vivir en un caos no planificado. Tendemos a vivir con todo muy bien ordenado y eso no es posible con estos niños. Es un poco la pregunta famosa que formuló Kennedy en su mandato en EEUU: En lugar de pensar ¿”qué puede hacer la sociedad por mí?”, la idea es responder“ ¿Qué puedo hacer yo para que en la manada nadie se quede rezagado?”. Es salir de la zona de confort y arriesgar un poco…. Pero la gracia está en que uno se siente muy bien cuando ve que lo puede hacer.
¿Qué reclamáis a nuestros gobernantes a través de Hirukide, para las familias que más hijos/as tenemos?
El planteamiento que yo propongo es más de concienciación. Los políticos están más al corto plazo, y no tienen visión global a largo plazo. Por eso nos vemos perjudicados… Nuestros hijos tal vez paguen sus pensiones en un futuro!!! Son el relevo generacional, los trabajadores del futuro, el sostén de nuestra sociedad a 20 años vista… pero las elecciones próximas, como mucho están a 4 años de distancia… es demasiado tiempo.
Echo mucho en falta la filosofía en los gobernantes, que se paren a pensar en serio y tomen decisiones maduras, con más visión de la jugada.