Mar Romera

Mar Romera

Ponente del X Congreso de Hirukide.

Mar es madre, maestra, licenciada en Pedagogía y en Psicopedagogía, especialista en inteligencia emocional e innovación y ha trabajado como docente en todas las etapas del sistema. Autora de varios libros sobre educación, preside la Asociación Pedagógica Francesco Tonucci y es autora del modelo pedagógico «Educar con tres Ces: Capacidades, Competencias y Corazón». Conferenciante de nuestro próximo X Congreso.

«La inteligencia emocional es elegir la emoción oportuna, en el momento oportuno, con la intensidad oportuna y la persona y el contexto correcto»

«Para mí la familia es la primera escuela del corazón. Sin lugar a dudas y lo es porque los peques no aprenden lo que los adultos les enseñamos; nos aprenden a nosotros»

«No se puede trabajar desde un enfoque emocional, sano y saludable, si antes no se tiene vivido, asumido o entrenado en uno mismo»

Ahora que se habla tanto de la inteligencia artificial y lo que va a afectar a nuestro futuro… ¿es más importante que nunca hablar de la inteligencia emocional?

Sí, ahora que estamos en plena avalancha de la inteligencia artificial, en algunos sectores y en algunas personas con escala de valores bien asentadas, lo que nos puede hacer es ayudar a hacernos conscientes de la importancia de la inteligencia emocional, de la importancia de las emociones, de los sentimientos y, por tanto, de los valores.

La inteligencia artificial y la tecnología avanzada nos está ayudando a conocer mejor cómo funciona nuestro cerebro, pero es evidente que en el escenario que se nos plantea, la inteligencia emocional debe cobrar protagonismo, diría de actriz principal. Se tienen que conjugar con los avances tecnológicos y la inteligencia artificial o realmente nos deshumanizaremos.

Pero, ¿qué es realmente y hasta dónde llega o qué abarca?

Aristóteles dijo que es muy fácil enfadarse, pero es muy difícil enfadarse bien; enfadarse con la persona oportuna en el momento oportuno y con la intensidad correcta. La inteligencia emocional es el camino hacia la excelencia y eso significa el elegir la emoción oportuna, en el momento oportuno, con la intensidad oportuna y la persona y el contexto correcto.

A veces se nos ha vendido desde la publicidad o el marketing que hay que estar siempre bien, estar siempre feliz, pero desde mi punto de vista, eso no es inteligencia emocional, eso es casi rozar la psicopatía. Yo no puedo estar feliz si acabo de perder a una persona amada, yo no puedo estar feliz si he visto las noticias de la guerra de Ucrania esta mañana.

Necesito elegir las emociones y saber que no hay emociones ni buenas ni malas, sino que hay emociones oportunas o inoportunas.

¿Y se puede educar o enseñar a elegir esas emociones?

Se puede educar, pero yo utilizaría una palabra mucho más explícita: se puede entrenar.

Esto es como ir al gimnasio, donde para tener bíceps no basta con saber que hay que hacer pesas. No vale con saber la teoría. Pues nuestras habilidades emocionales son iguales, tienen que ir al gimnasio todos los días, tienen que entrenar todos los días.

Esto es un proceso que se debe iniciar primero por la alfabetización emocional; es decir, conocer la nomenclatura correcta, el concepto correcto y nombrar nuestras emociones que son distintas de nuestros sentimientos y que son diferentes de los valores. Después la consciencia emocional; cuándo me pasa a mí y qué me lo provoca a mí ese concepto que ya tengo. Y en tercer lugar la socialización emocional, es decir, cuándo te pasa a ti y cómo puedo ponerme en tu emoción, cómo puedo empatizar sabiendo que empatía no es simpatía.

¿Cuál sería el papel de las familias dentro de esta educación?

Para mí la familia es la primera escuela del corazón. Sin lugar a dudas y lo es porque los peques no aprenden lo que los adultos les enseñamos; nos aprenden a nosotros. Mamá y papá son los referentes fundamentales de un niño. La manera de enseñarles es a través de un vínculo afectivo sano. La manera no es decir lo que tienen que hacer, sino que hay que hacerlo con ellos y con ellas. La manera es que se sientan respetados, que se sientan amados, pero en una estructura educativa de límites, porque los límites son fundamentales. Que nuestros peques necesitan límites, para aprender a romperlos. Porque si no los ponemos, si no ponemos modelos, realmente los hacemos muy débiles.

Por tanto, la familia para mí es el pilar fundamental, absolutamente fundamental. La escuela lo es, por supuesto que sí, y en muchas ocasiones un buen maestro, es la única segunda oportunidad de un niño. Porque la primera que es su familia puede no existir o pueden no ser sana. Por tanto, la importancia de un buen maestro, de una buena maestra es brutal, pero nunca puede sustituir la escuela a la familia cuando está existe.

¿Y está la escuela educando emocionalmente bien a los niños/as?

Es necesario aclarar que, incluir modelos emocionales sanos dentro de la escuela, no puede implicar en ningún caso bajar el nivel cultural, porque nuestros niños y niñas necesitan más que nunca un buen nivel cultural. Ahora mismo sabemos que la tecnología está limitando incluso el lenguaje y el vocabulario; está limitando los procesos cognitivos superiores y está sesgando un tipo de pensamiento crítico.

Desde mi punto de vista, necesitamos romper la estructura de la escuela conocida hasta ahora y dar un salto hacia la escuela transdisciplinar. No significa quitar asignatura, sino enfocar el sistema de otra manera. Esto significa hablar de filosofía, hablar de valores, conocer la historia, pero desde un enfoque diferente, donde los peques puedan manejarse para entrenar ese pensamiento crítico. No se trata de poner una asignatura más sobre Inteligencia emocional, sino de envolver todo y dar un caldo de cultivo completo y complejo desde la perspectiva emocional para todo lo que es la vida de un centro; es el formato, es el tipo de lenguaje utilizado, es el tipo de normas puestas, es el modo de escucha…

¿Están los centros y docentes preparados?

Ese es el principal problema o escollo del sistema. Este proceso es urgente que primero lo asuma el profesorado, porque no se puede trabajar desde un enfoque emocional, sano y saludable, si antes no se tiene vivido, asumido o entrenado en uno mismo. Necesitamos referentes sanos emocionalmente en la escuela. Porque, ¿cuál es el nivel de salud mental de nuestros niños y adolescentes? ¿Qué picos estamos rozando de trastornos, de alimentación tras el acoso, de bullying, problemas de convivencia, suicidios?

Sus referentes son los influencers, que les hablan de maquillaje, de ser millonarios, de que todo se puede conseguir, del tú puedes… Estoy un pelín cansada del tú puedes. Me decía un psicólogo el otro día “tengo la consulta llena de tú puedes”. No porque alguien diga yo puedo y tú puedes, esto es verdad; tengo que empezar por un buen autoconcepto y ahí tomar conciencia de mis capacidades. Se trata de reconocernos y admitirnos, para trabajar nuestra mejor versión, no la versión de otro.

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¿Y cuáles son los principales errores que cometemos en este sentido con nuestros hijos/as?

Uno de los principales es confundir la educación emocional o afectiva con la hiperprotección Cuando la sobreprotección, el aislarlos de cualquier tipo de problema, de sufrimiento o frustración, los convierte en más inútiles cada día. Lo que sucede es que estos solemos hacerlo por amor y entonces es muy difícil juzgar y dar un paso atrás.

¿Cuál es entonces la mejor manera de prepararlos para el futuro?

Teniendo en cuenta que nos encontramos en una sociedad y en un momento histórico y cultural tremendamente volátil, tremendamente líquido, en donde no podemos prepararlos para nada en concreto, es importante enseñarles a que sean fuertes a que aprendan a cambiar, a que tengan un pensamiento crítico, a que tengan unos referentes y una escala de valores que en los momentos peores les den el esquema suficiente para poder elegir.

Por eso la clave es elegir; elegir la emoción oportuna en el momento oportuno y con la intensidad correcta, sabiendo que la calidad de mi vida no depende de la calidad de mis circunstancias, sino que depende de la calidad de mis pensamientos y mis pensamientos siempre dependen de mis emociones. Esto es lo que genera la actitud, es lo que determina que por muy difíciles que sean mis circunstancias, yo no puedo cambiar las circunstancias, pero sí elijo la actitud con la que vivo esas circunstancias. Y para esto es para lo que puedo preparar a mis hijos en el presente y para el futuro.

Por último, el próximo 30 de septiembre, nos acompañarás en nuestro X Congreso, ¿qué podrías destacar de la charla que impartirás?

Además de las ideas fundamentales que ya he comentado aquí, me gustaría destacar la importancia de la corresponsabilidad y de la comunidad. Es decir, no vale con ocuparme de mi hijo. No, el cuidado emocional es de la comunidad, es de la familia completa; es una corresponsabilidad en la que me tiene que importar tu hijo también, no solo el mío y salir de este enfoque absolutamente egocéntrico en el que nos hemos metido, porque, si mi hijo está bien, todo lo demás no importa, aunque tenga que jorobar a los otros… No, no tiene sentido, somos sociales por naturaleza y las emociones nos tienen que llevar a esa sociabilidad igual.

Muchas gracias Mar. Nos vemos en Bilbao próximamente.