Madeleine Wallin

Madeleine Wallin

Ponente de nuestro 7º Congreso, madre de cinco hijos y reconocida activista por los derechos de las madres, padres y familias en Suecia y Europa, con más de 15 años de participación activa en dos organizaciones, Haro y FEFAF

«Cada vez más expertos se atreven a sacar estos temas a debate, a pesar de que, a veces, cuando lo hacen, son castigados»

Hace ya 15 años tomó la difícil decisión de dejar su carrera profesional y dedicarse en exclusiva a su hogar y su familia. ¿Qué le impulsó a hacerlo?

La decisión salió de mí. La base sólida que quería que fueran nuestra familia y nuestra casa para todos nosotros era por aquel entonces un caos y una lucha continua. Mi marido trabajaba a tiempo completo, mis tres hijos iban a la guardería y yo trabajaba a tiempo parcial cuidando a una mujer discapacitada. Simplemente decidí dejar mi trabajo y estar en casa a pesar de que todo el mundo cuestionara mi decisión.

¿Fue una decisión difícil de tomar desde el punto vista personal y/o económico?

Para mí, personalmente, no fue una decisión difícil. Sabía lo que necesitábamos y que aquella era la única opción. Pero ni siquiera mi marido pensó que fuera una buena idea y muy pocos amigos y familiares me apoyaron. Económicamente no recibí ninguna prestación social del gobierno sueco y fue difícil. Pero nuestras necesidades básicas estaban cubiertas y solucionamos todos los problemas que surgieron, y nuestra familia se unió más y la casa se convirtió en un hogar.

Con el paso de los años, ¿se reafirma en la decisión que tomó/tomaron?

¡Sí! Lo volvería hacer y cuanto más sé del tema más convencida estoy.

Pero, paradójicamente, esa decisión le ha hecho recorrer muchos países y conocer a miles de personas…

Diría que debido a mi decisión he podido viajar y que esa es la razón por la que me he comprometido y participo activamente en estos temas. Hoy en día hay diferentes opciones. Viajé mucho antes de tener hijos y durante los años que estuve en casa eché de menos viajar, pero sabía que no duraría para siempre. Y me mantuve muy activa mientras era «ama de casa», tanto en la casa como en el jardín y comprometiéndome socialmente. Tuve tiempo para reflexionar y desarrollarme como persona. Adquirí mucha experiencia y me hizo ser consciente de lo poco que se valora en la sociedad moderna a las familias y el cuidado de otras personas. El mayor valor de ser padre o madre es que te obliga a crecer y a enfrentarte a ti misma de diferentes maneras. Me encanta ser parte de la sociedad y conocer a gente diferente de todo el mundo. Las necesidades básicas son iguales en todos los lugares y es necesario que compartamos nuestras historias para crecer juntos, a pesar de nuestras diferencias.

Y con tanta implicación y viajes, ¿cómo se organizan familiarmente con los hijos/as?

Actualmente mis hijos más pequeños tienen 12 y 15 años y se manejan bien si su madre falta durante una semana. Ahora están aprendiendo a valerse por sí mismos y no tengo que hacerles todo todo el tiempo. Tienen que aprender a cocinar, a cuidar de la ropa, a limpiar la casa y a organizar las actividades escolares ellos solos. Ya que es necesario saber y hacer todas esas cosas, cuanto antes aprendan, mejor. Pero, por supuesto, todavía necesitan que un adulto les supervise.

Mi marido comparte esa responsabilidad conmigo y, como ahora tenemos nuestro propio negocio, tenemos cierta flexibilidad en los horarios. Mis hijos más mayores tienen 21, 23 y 26 años y también nos ayudan, al igual que mi madre y mis hermanas. Y también tengo la mejor vecina que puedas desear, que nos echa una mano.

¿Qué son Haro y FEFAF, qué labor realizan o qué reclaman desde ellas?

Haro es la organización nacional sueca que trabaja para empoderar a los padres en la crianza. Pedimos más opciones en el cuidado de los hijos e hijas y que los padres y las madres sean compensados por su labor. Pedimos que el cuidado, hoy en día un trabajo invisible, sea cuantificado y valorado, y exigimos que los derechos de los niños y niñas sean respetados.

FEFAF es una federación de asociaciones y nuestro objetivo es que el cuidado, que es hoy en día un trabajo invisible y no asalariado, sea reconocido y valorado. La federación está formada en este momento por 19 organizaciones europeas y está reconocida por el Consejo Económico y Social (ECOSOC) de la ONU y también formamos parte de la Plataforma Social y de la European Women’s Lobby.

¿Y cuál es la principal reivindicación que haría a los diferentes gobernantes europeos?

En primer lugar, ser conscientes y sabedores de la importancia de las relaciones familiares sanas y fuertes. Reconocer y valorar el cuidado, que es hoy en día un trabajo no asalariado. Conocer las necesidades de los niños y niñas y apoyarlos en sus distintas etapas de desarrollo. Eso significa ayudar económica y socialmente a las familias en los momentos en los que el cuidado es más necesario: durante la infancia, la vejez, las discapacidades y las enfermedades.

¿Aprecia algún avance o mayor sensibilización respecto a estos temas?

Sí, veo que la «gente normal» es cada vez más consciente de las necesidades de los niños y de lo que deben hacer como padres y madres. Existen muchos foros en las diferentes redes sociales donde puedes encontrar padres y, especialmente, madres que deciden hacer su propio camino y, como se apoyan unas a otras, les resulta más fácil tomar nuevas decisiones. Cada vez existen más ejemplos de personas que se atreven a tomar la decisión necesaria para su propio bienestar y el de sus hijos e hijas.

Cada vez más expertos se atreven a sacar estos temas a debate, a pesar de que, a veces, cuando lo hacen, son castigados. Y cuando tu carrera y tu estatus personal están en juego, quizás esperas y dices la verdad cuando ya te has retirado o buscas otras conclusiones que se adapten a lo que quiere el estado.

Los políticos están todavía anclados a sus respectivas ideologías, aunque muchos, como individuos, ven el dilema y los problemas. Me resulta muy frustrante su desconocimiento acerca de los niños y del cuidado no asalariado y espero que una mayor concienciación de los padres y las madres sea el punto de inflexión para que los líderes políticos despierten y lleven a cabo políticas de acuerdo a las necesidades de las personas y no viceversa.

Desgraciadamente, hace algunos días, el gobierno anunció que en febrero del próximo año va a eliminar una pequeña ayuda económica, Vårdnadsbidraget, que era concedida (sólo en algunos municipios) a las madres y a los padres que cuidaban ellos mismos a sus hijos e hijas de 0 a 3 años. Y la razón es que el 90 % de los que toman esa decisión de quedarse en casa y cuidar a sus hijos y solicitan esta ayuda son mujeres y esa no es una decisión correcta desde un punto de vista feminista. Así que, en vez de ayudar a esas mujeres, el gobierno va a obligarlas a volver al trabajo y a dejar a sus hijos. No era mucho dinero, pero te hacía sentir que lo que hacías tenía cierto valor y que aún eras parte de la sociedad, que aún estabas dentro del sistema.

Pero, ¿hasta qué punto es importante para nuestra sociedad el “trabajo invisible” que realizan tantas madres y padres en sus hogares?

La importancia del cuidado radica en las relaciones que se crean entre los miembros de la familia, que, según las Naciones Unidas, es la unidad base de la sociedad, es el punto de partida de las relaciones con el resto de seres humanos. La familia es donde aprendemos a comportarnos, a tratar a los demás con respeto. Y cuando las familias o los padres y las madres no tienen el apoyo de la sociedad, el valor y la comprensión desaparecen.

¿Y por qué sigue siendo invisible y tan poco valorado?

Es invisible porque es un trabajo hecho desde la emoción y el amor, y por eso es imposible cuantificarlo. O al menos no lo cuantificamos actualmente. Es, además, un trabajo llevado a cabo, generalmente, por las mujeres, y probablemente éstas no se estén haciendo oír al respecto. Hacen lo que deben hacer y cuidan a los que necesitan ser cuidados, porque lo ven desde un punto de vista diferente a los hombres.

En cuanto a políticas familiares, desde el resto de Europa solemos tomar como referencia a los países escandinavos, pero ¿es realmente oro todo lo que reluce?

Los países escandinavos se consideran a sí mismos modelos a seguir en muchos aspectos, y muchas buenas ideas y soluciones merecen ser compartidas y extendidas globalmente. Pero, por supuesto, también hay problemas que intentan ocultar y no desean compartir.

Los resultados académicos en Suecia están empeorando. Los problemas en las aulas son más graves que nunca Los problemas psicológicos entre los niños y adolescentes están aumentando. Las maestras y los maestros de preescolar son el sector con mayor tasa de bajas por problemas psicológicos.

¿Qué destacarías como lo mejor y lo peor del estado de bienestar o las políticas familiares de Suecia?

Lo mejor es que la preocupación por cuidar a los ciudadanos y a las ciudadanas es muy grande.

Lo peor es que la gente está dejando a un lado sus responsabilidades y esperan que otros se ocupen de ellas en su lugar. Las profesoras y los profesores, las maestras y los maestros de preescolar, los expertos y los profesionales parecen saber más que tú como padre o madre. Así que dejas de evolucionar como progenitor y dejas que el estado se encargue de tus hijos e hijas; en lugar de preocuparte de construir una familia y unas relaciones más sólidas, te centras en ti mismo y en tu carrera profesional.

Que el Estado se encargue del bienestar es necesario, pero debe intervenir solamente cuando hay una necesidad real y no tenemos la fuerza suficiente para ocuparnos de nuestra situación. El estado debería apoyar siempre y no hacerse cargo a no ser que sea necesario.

¿Y son tan notables las diferencias entre países como el suyo y los del sur de Europa?

Las necesidades de la gente son las mismas, pero los valores acerca de la familia, la paternidad y la maternidad y la infancia son muy diferentes. En los países nórdicos, y especialmente en Suecia, la igualdad de género es más importante que las necesidades de los niños. Se nos impone el empoderamiento económico de la mujer, incluso cuando queremos elegir otra opción, y es muy difícil quedarse en casa por un tiempo para ejercer de madre porque la sociedad te presiona mucho al respecto. Para entender verdaderamente la situación de una mujer sueca que decide quedarse en casa para cuidar de sus hijos, tienes que vivirlo, porque es muy difícil explicar cómo eres tratada por la sociedad.

¿Considera importante el trabajo que desempeñamos desde asociaciones como Hirukide?

Cualquier organización que apoye a las familias y cree espacios para que los padres y las madres se reúnan, se encuentren y compartan sus experiencias es buena y necesitamos que haya más. Hacer ver la importancia del cuidado de los hijos es más importante que nunca ya que vivimos en una sociedad que cambia rápidamente.

Muchas gracias por su atención. Esperamos poder hablar de estos y más temas con usted en nuestro próximo congreso.

fotowebmad