Pablo Laso

Pablo Laso

Además de ser uno de los entrenadores más carismáticos y laureados del baloncesto y un exjugador que aún mantiene los récords de asistencias y robos de balón de la ACB, Pablo Laso es padre de familia numerosa. El que fuera 11 años jugador del Baskonia en su Gasteiz natal, nos cuenta sus experiencias como hijo y padre de familia numerosa.

 

En el deporte el talento es muy importante, igual que la constitución física pero también el trabajo.

Los deportes de equipo transmiten una serie de valores muy importantes y los individuales también: esfuerzo, superación, competitividad bien entendida…

Un hijo adolescente tiene sus inquietudes y puede que sean distintas a las que tú tienes como padre.

 

Padre de tres hijos, lo de familia numerosa te viene de lejos, ¿no?

En mi familia somos tres hermanos. Yo soy el mayor, después está mi hermano Jon que es tres años menor y mi hermana Arantxa que tiene 10 años menos. Ahora, como padre, tengo tres hijos ya mayores: Óscar de veintiuno, Hugo de dieciocho y Axel de catorce. Somos familia numerosa y lo llevamos muy bien.

¿Qué supuso para ti el hecho de criarte en una familia numerosa y tener varios hermanos?

Formar parte de una familia numerosa supone enfrentarse a muchas situaciones: los estudios de unos, los deportes y actividades de otros… hay que compatibilizar muchas cosas y tener en cuenta que cada uno es diferente y decide seguir su camino. En el caso de mi familia fue fácil porque empecé a jugar muy pronto al baloncesto y estuve en Estados Unidos. Mi hermano también fue allí y jugaba al baloncesto. Mi hermana era mucho más pequeña. Los hijos van teniendo distintas necesidades y desarrollando personalidades diferentes según van creciendo y, para mí, ése es el mayor desafío en una familia numerosa.

Y entre ellos, ¿por qué crees que fuiste tú el que destacaste en el deporte?

Cuando voy a Vitoria, mucha gente me dice que el bueno era mi hermano. Y es verdad que él jugaba muy bien al baloncesto, pero también tenía otras inquietudes. En el deporte el talento es muy importante, igual que la constitución física pero también el trabajo. Para mí el baloncesto ha sido mi vida desde muy pequeño y entrenaba a todas horas. Me sacrifiqué mucho y tuve la suerte o la recompensa de jugar a nivel profesional. Mi hermana practicó varios deportes, pero, poco a poco, lo fue dejando y optó por otras cosas. Yo tuve la suerte de poder dedicarme a lo que más me gusta que es el baloncesto.

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FOTO: VICTOR CARRETERO/REALMADRID.COM

¿Qué dirías a tantos padres que quieren ver a sus hijos e hijas triunfar en el deporte?

Creo que es muy importante que los hijos practiquen deporte. Entiendo que es muy bueno para su crecimiento y su educación. Los deportes de equipo transmiten una serie de valores muy importantes y los individuales también: esfuerzo, superación, competitividad bien entendida… A mí me gusta que mis hijos hagan deporte, pero nunca les he empujado a que tengan que ser los mejores en nada. Juegan, lo pasan bien, aprenden una serie de valores, se esfuerzan, pero nada más. Es muy difícil controlar el momento en el que un hijo puede ser estrella del deporte. Eso no lo marcan los padres y, si pensamos que lo podemos marcar, nos estaríamos equivocando.

En tu caso, ¿sigue la saga familiar alguno de los hijos?

Mi hijo mayor dejó de jugar hace tiempo por problemas físicos y ahora con veintiuno juega con los amigos, el segundo también ha jugado, pero ahora está estudiando fuera y, realmente, el que más pasión siente por el baloncesto y también tiene más talento es Axel, el pequeño. Me siento muy orgulloso de cómo todos ellos han sido y son deportistas, de cómo entienden el deporte, de su educación deportiva.

¿Y dónde se sufre más, en la cancha como jugador, en el banquillo como entrenador o en la grada como padre?

Como padre intento no sufrir, aunque, a veces, es inevitable. Todos los padres que vamos a ver jugar a nuestros hijos queremos que lo hagan bien, pero, como padres, debemos intentar no transmitirles este sufrimiento. Ellos tienen sus entrenadores, sus compañeros y tú eres sólo un padre que está en la grada. No me planteo ir a ver los partidos de mis hijos como un sufrimiento porque si no, no iría.

Como entrenador sufro lo normal, aunque tengo la suerte de hacer un trabajo que me encanta. Evidentemente sufro más cuando pierdo que cuando gano, eso es seguro, pero es mi trabajo y he aprendido a vivir con ese sentimiento.

De jugador era diferente porque cuando saltas a la cancha y empieza el partido estás tan centrado en lo que haces que te olvidas de todo. No creo que el jugador sufra, puede que físicamente sí, pero no de otra forma. Lo que debe hacer un jugador es disfrutar del juego.

¿Cómo eres como padre?

Me considero un padre bastante normal que tiene un trabajo que le exige pasar muchas horas fuera de casa. Como muchos otros padres, pienso que, seguramente, no les doy todo el tiempo que me gustaría, pero creo que mis hijos lo entienden porque me conocen y saben que estoy pensando en baloncesto prácticamente todo el tiempo. De hecho, lo toman a broma muchas veces. Tengo la gran suerte de que mi familia ha entendido siempre mi profesión.

¿Y cómo llevan en casa esas ausencias y largo tiempo fuera de casa?

Como he sido jugador, mi familia ha entendido mi trabajo desde siempre y acepta estas situaciones. Pero ser entrenador también tiene cosas buenas como, por ejemplo, disfrutar de veranos más tranquilos. Es necesario conciliar trabajo y familia. Todos los trabajos tienen sus complicaciones y todas las familias también las tienen. La mía sabe mantenerse en el mismo registro independientemente de mi presencia o mi ausencia. A veces hacemos cosas juntos, otras veces saben que van a estar solos. Estoy hablando de una familia normal, aunque es verdad que paso mucho tiempo fuera.

¿Qué valores consideras básicos en la vida y querrías que tus hijos tuvieran?

A mis hijos he tratado de darles una buena educación que es algo muy importante porque, a partir de ahí, pueden crecer en muchos aspectos: respeto, trabajo, disciplina. Estos son los valores más importantes que podemos transmitir como padres.

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FOTO: VICTOR CARRETERO/REALMADRID.COM

¿Y qué es más difícil de lidiar un gallo de vestuario o un hijo adolescente?

Probablemente un hijo adolescente, porque manejar un vestuario es parte de mi trabajo. Todos los jugadores son diferentes y yo tengo la suerte de contar con grandes jugadores. Dentro de un equipo tiene que haber distintas personalidades y eso es siempre positivo. Un hijo adolescente tiene sus inquietudes y puede que sean distintas a las que tú tienes como padre. A esa edad tu hijo empieza a cambiar sus hábitos, a salir, a tener amigos… y esos cambios son más complicados que manejar un vestuario.

¿En casa hay también alguna «Lasina» (enérgica bronca a los jugadores…) de vez en cuándo…?

Sí, es normal e inevitable. A veces, cuando ven una en un partido, mis hijos comentan que en casa las han tenido peores (risas).

Como a tantos padres, ¿te han pasado estos años como un suspiro?

Sí, los años pasan, pero al final en la vida tienes que ir pensando en los momentos vividos, en el camino recorrido, en cómo has hecho las cosas, en la suerte que has tenido de poder dedicarte a un trabajo que te encanta. A nivel familiar, te permite ver el crecimiento de tus hijos y lo que pueden llegar a ser como personas. El tiempo te da la madurez de valorar lo que has hecho en el pasado y probablemente pensar en el futuro. Aunque mirar muy hacia delante no forma parte de mi manera de ser; el tiempo te da una perspectiva de lo que ha ido pasando con el transcurso de los años.

Por último y después de tantos éxitos y años fuera de Vitoria, ¿te gustaría en un futuro volver a tu ciudad natal como entrenador…?

No es algo que me plantee mucho, realmente no pienso en ello en estos momentos. Hace treinta y cinco años empecé una carrera profesional y tuve la gran suerte de que mi sueño de pequeño que era jugar en el Baskonia ha ido siempre creciendo. Debuté con dieciséis años y tuve una carrera de once años en Vitoria y tengo amigos y familia allí. Es mi ciudad, nací allí, pero he estado en muchos sitios: Madrid, Italia, Málaga, Girona, San Sebastián… Soy una persona que ha sabido adaptarse a los sitios en los que ha estado y que siempre ha pensado en positivo. No veo ahora Vitoria como una ciudad a la que tenga que volver, aunque sea mi casa. Ahora estoy en el Real Madrid y toda mi energía está enfocada a entrenar al Real Madrid y hacerlo lo mejor posible.