Una fiesta numerosa para celebrar con toda la familia

Una fiesta numerosa para celebrar con toda la familia

La explanada de Sagüés albergó ayer la jornada anual que la asociación Hirukide celebra en Donostia.

Nerea mece a su bebé recién nacido mientras observa cómo otro de sus hijos, de ocho años, se tira por un tobogán hinchable a carcajadas. «¡Mira, ama!», grita, y su madre le devuelve el saludo agitando la mano. Al mismo tiempo, el hijo mediano, de seis años, se aleja con su padre para participar en otra de las atracciones de la dieciocho edición de la fiesta de las familias numerosas convocada por la asociación Hirukide y su homóloga guipuzcoana, Liluraldi, en la explanada de Sagüés en Donostia.

Es el segundo año que la Jornada Familiar Solidaria se celebra en la Zurriola y, como se esperaba, volvió a ser todo un éxito. Durante la mañana y la tarde se estima que pasaron alrededor de 15.000 familias por el paraíso de los niños, formado por atracciones como camas elásticas, talleres de manualidades y de maquillaje, hinchables, espectáculos de skate board y cientos de regalos de la gran tómbola.

No faltó detalle para que los más pequeños pudieran pasar un auténtico día de ensueño. El tiempo, además, acompañó a todas las tribus que invadieron los alrededores donde ahora está instalada la Paloma de la Paz. Natalia Diez-Caballero, directora de Hirukide, se mostraba muy orgullosa de la gran acogida que tiene esta celebración en Gipuzkoa. Para la una del mediodía ya se habían agotado todos los tickets para poder saltar en las camas elásticas. «Es un evento público con carácter lúdico festivo para conmemorar el día de la familia que se celebra cada 15 de mayo», explicaba la directora, que hacía hincapié en que «con varios hijos todas las emociones se agudizan. Los problemas se pueden hacer más duros pero las alegrías son mucho más intensas».

La familia González-Benito se mostraba de acuerdo con Natalia. Ellos son cuatro hermanos. La mayor tiene 15 años y además de asegurar que se lo pasaron «muy bien», sus padres señalaba que «tener cuatro hijos enriquece mucho. Aprendes mucho de ellos y vives unos momentos únicos. Nuestra casa siempre desprende alegría».

Ellos forman parte de una de las más de 8.000 familias socias de Hirukide en todo Euskadi. En Gipuzkoa hay alrededor de 3.500 asociados. Para formar parte de esta entidad el único requisito es formar parte de una familia numerosa. Pero, ¿qué significa esto exactamente? No solo las familias con tres o más hijos son numerosas, sino que también forman parte de este colectivo aquellas que a pesar de solo tener dos hijos uno de ellos tenga alguna discapacidad. Los viudos o viudas con dos niños también entran en este colectivo.

«Asignatura pendiente»

A pesar de lo enriquecedor que es formar parte de una pequeña tribu como estas, las condiciones no son siempre alentadoras. Diez-Caballero reivindicó que «la administración se comprometa más con la política familiar». Entre otras cosas, recordó la noticia que esta semana «nos ha estremecido», que decía que este año las muertes han superado por primera vez a los nacimientos desde 1941. Por eso «ahora más que nunca hay que llevar estas políticas adelante. Muchas parejas no se animan a tener hijos por problemas como la conciliación familiar y la de trabajo. Esta es una de las asignaturas pendientes de nuestro Gobierno». En este sentido, el portavoz foral Imanol Lasa, que no quiso perderse la fiesta, comentó que desde la Diputación se van a importar a Gipuzkoa «proyectos de países pioneros en la conciliación para apoyar a las familias».

Para poner fin a la jornada familiar tuvo lugar la verbena infantil. Como bien indica el nombre, los más pequeños se dejaron llevar con la melodía de sus canciones preferidas. Pero no fueron solo ellos quienes movieron el esqueleto. No pasaron apenas minutos cuando los padres se unieron a la fiesta. Saltos, movimientos de cadera… Se pudo ver de todo en la discoteca infantil en la que se convirtió Sagüés.

Nadie quería que el día finalizara. Desde luego, los más pequeños de la casa fueron quienes más disfrutaron pero los padres tampoco se aburrieron. Mientras sus hijos realizaban diferentes talleres, ellos se tomaban el aperitivo en un bar improvisado en la explanada. Un tentempié breve que podía ser interrumpido en cualquier momento por un grito de «¡ama!» o «¡aita!», siempre al acecho.

EL DIARIO VASCO